jueves, 16 de noviembre de 2006

THE MANSON FAMILY

The Manson Family (2003)
Dir.: Jim Van Bebber
USA



"The Manson Family" es una película con dos cojones. Los de Jim Van Bebber. Este terrorista es un viejo conocido del underground extremo americano, gracias a un par de brutales cortos ("RoadKill" y "My Sweet Satan"), y un largo, "Deadbeat at Dawn", que incluso llegó a ser editado en España con el horrible (o genial) título de "Gore en las calles". Es un heavy fibrado y con pinta peligrosa, entre otras cosas porque tiene una mirada con trastornos provocados por años de porros y ácidos. Y, aparte de merecer estar en listas negras de toda gente de bien, es uno de los muy pocos cineastas genuinamente independientes que quedan en los USA. Escribe, dirige, produce y hasta interpreta sus propias obras. Lo curioso del caso es que, a pesar de su trasfondo y los temas que trata, su cine no es una barata exploitaition por y para fans, sino un cine provocador y salvajemente personal, sin ninguna concesión. Este interés en no ceder ni un paso ha hecho que su obra sea escasa. "The Manson Family" es un proyecto que le costó finalizar cerca de una década: parece que empezó en 1988; allá por el 94 ya estaba casi terminado pero se quedaron sin presupuesto; en el 97 se estrenó una versión "in progress" en festivales; y en el 2003, gracias al apoyo de Blue Underground, pudo pasarla a cine y tratar el montaje como deseaba, sin necesidad de venderse un ápice al mercado del descerebre.


"The Manson Family" no trata sobre Charles Manson, sino sobre su círculo. Las apariciones del propio Manson, un actor bajito y feo muy parecido al auténtico, son pocas. Su fuerza se intuye, o más bien nos la tenemos que creer, en las conversaciones de sus seguidores, quienes de tipo carismático pasan poco a poco a considerarle Dios y Satán. El invento está lejos de ser una película lineal y convencional. El montaje es la estrella, dotando de texturas propias de las épocas que se viven; jugando, en apariencia aleatoriamente, con varias historias a la vez. La historia directa del clan Manson se ve interrumpida por un reportaje televisivo, en el que aparecen entrevistas (de ficción, pero no lo parece) con los supervivientes de la familia, años después. La influencia de los media es un hecho importante, pero está tratada de forma mucho más sutil que por ejemplo en "Asesinos Natos". Esta narración es más o menos la misma que usó en "My Sweet Satan". De vez en cuando, también vemos hablar a los responsables del reportaje en su estudio, quienes dicen que, como el director, están interesados no en Charlie, sino en los chavales que realmente empuñaron las armas. Por último, también hay una acción actual, en la que una panda de oscuros colgados se droga y fornica de forma obscena en un sótano. El contraste con la generación del amor es brutal, aunque los resultados sean los mismos; como detalle, los enfermos contemporáneos aparecen con el movimiento acelerado en el montaje, que se me escapa lo que significa.


La primera hora de peli va por ahí. Vemos un montón de bastante explícitas orgías de hippies tetudas y melenudos, con unas texturas y un montaje tan logrados que podrían pasar por cualquier cinta psicodélica de la época. No se representa el momento, sino que se viaja hasta él. Poco a poco, en una interminable cascada de planos a cual más creativo, vamos viendo el (literalmente) descenso a los infiernos del grupo, cómo el amor les lleva al terror y el sexo se mezcla y confunde con la violencia, en parte por una paranoia inducida por las drogas. En al menos una escena de "My Sweet Satan" parece probado que todo cristo iba de tripi en el rodaje, y no sorprendería saber que aquí también. Cuando falta una media hora, la situación ya es insostenible, y llegan los asesinatos de Sharon Tate. Aquí casi se olvida de las otras narraciones, y pasamos 20 minutos en esa casa. Pasando de elaborar una pensada y elaborada set-piece, el cafre del Van Bebber se pone a rodar de forma animal y caótica, captando perfectamente la situación. Yo admito que me acojoné severamente ante la matanza, que es a la vez realista y un mal viaje de LSD. >El ratio de apuñalamientos en esta parte diría que es el mayor que he visto en una pantalla: se ensañan, juegan sádicamente con los cuerpos vivos y muertos, ríen y se manosean. Un delirio de atrocidades, en el que el director y los actores se funden con la historia y los personajes.


En los últimos 10 minutos, con una fuerza destructiva que (una vez más, literalmente) destruye la pantalla, es cuando confluyen todas las historias y el conjunto toma sentido. Es en esta parte final cuando el nihilismo se desata hasta el extremo; lo que asusta es que no es una violencia por la violencia como la de, por ejemplo, los remakes de "La Matanza de Texas". Allí, la película es consecuencia de ese nihilismo del momento social y de lo que representa. Pero en "The Manson Family" la anarquía y la inmoralidad se descubre como totalmente pensada, no como un entretenimiento más o menos enfermo sino como una forma de entender el mundo. Y ESO es lo que acojona. En los créditos finales, hasta el último segundo se engancha una voz que repite "think about it, think about it...". En el fondo, Van Bebber es como un Rob Zombie vagabundo y de los barrios bajos; pero su principal influencia es la de Richard Kern, de quien el grupo actual está viendo "You Killed Me First!" en el sótano. Las actuaciones que consigue son muy parecidas a las de la panda de Kern, y Leslie Orr hubiera sido un icono como Lydia Lunch o Lung Leg en otra época. Puede que no sea una gran película, de hecho es bastante imperfecta, pero diría que eso es lo que la convierte en una obra importante; la falta de presupuesto es suplida con un torrente de creatividad, pero a la vez Van Bebber se muestra algo limitado en la primera parte, y no termina de ser convincente el camino por el que la comuna llega al horror. "The Manson Family" es eso que tanto les gusta decir a nuestros críticos mayoritarios: una película necesaria, porque demuestra que aún se puede disfrutar, con gran esfuerzo, de una libertad artística total, aun partiendo de las peores condiciones. Porque no nos engañemos, el cine de género de bajo presupuesto está tan atado o más, es tan dependiente comercialmente como el de las majors de Hollywood. Pero Van Bebber rompe esquemas: aunque parte en principio de la exploitaition, sabe que su voz es poderosa y lo traspasa, y salta por encima de cualquier género. No en vano, "The Manson Family" tuvo sus primeros éxitos en los circuitos de arte y ensayo.

sábado, 11 de noviembre de 2006

GOD TOLD ME TO

God Told Me To (aka Demon) (1976)
Dir.: Larry Cohen
USA



Larry Cohen es uno de los directores más personales y auténticos del fantástico, injustamente (o más bien sorprendentemente) olvidado hoy, incluso por los fans. Ni siquiera su estupendo capítulo para "Masters Of Horror" ha provocado una revisión de sus películas. "God Told Me To" es la más alucinante de todas. Tiene, como casi todo el cine de Cohen, una de esas ideas argumentales que es muy difícil que salgan mal. En New York, ciudad protagonista, hay una oleada de asesinatos en masa, causados por personas aleatorias, generalmente por el método del francotirador apostado en lo alto de un edificio. Un detective investiga y descubre que, al ser preguntados por qué lo hicieron, todos responden lo mismo: Dios me dijo que lo hiciera. Y, conforme avanzan sus pesquisas, no se encuentra con una esquizofrenia causada por residuos tóxicos o aparatos secretos del gobierno, como en cualquier episodio de "Expediente X"; sino que en cada suceso aparece un hombre sospechosamente parecido a Jesucristo.


La trama es tan demente como apasionante, con un guión redondo y cada vez más complejo conforme avanza. Toca y mezcla a la vez y con el mismo éxito géneros como el policíaco, el terror puro, el cine lisérgico, la ciencia-ficción, la blaxploitaition, el documental... enmarcado todo en una estructura casi hitchcockiana. Su reinterpretación de Hitchock es quizá parecida a la que habría hecho De Palma si se hubiera dedicado al thriller en su primera época de libertad formal. Hay hasta homenajes directos, como la música (la peli está dedicada a Bernard Herrmann), o una copia de la escena del asesinato en la escalera de "Psicosis", que me atrevería a decir que aquí está mejor rodada de no ser porque tampoco quiero exagerar. "God Told Me To", aparte de esto, tiene un tono profundamente único y personal, una forma de filmar New York en la que se puede reconocer a Cohen aun viéndola unos segundos. No parece haber mucho presupuesto, pero la imaginación y el talento disparan la efectividad de la película, con una narrativa potente y sin descanso, muy física. Es física en el sentido de que sientes estar dentro de los escenarios, gracias a que la cámara siempre está en acción y con una perspectiva a la altura del espectador; y a la vez tiene una gran sensibilidad onírica, sobre todo por la fotografía algo amarillenta y a veces "llorosa". Uno se siente transportado a través de un sueño, con el mismo tempo, y con una historia propia de una pesadilla causada por indigestión.


Los actores, sobre todo el protagonista, juegan un papel muy importante, porque se mezclan perfectamente con el entorno, se diluyen en la historia como pegotes en una pintura. Gracias a ello, Cohen retrata también el clima social de la ciudad de forma sutil pero muy convincente, con carga crítica, convirtiendo la película en un testimonio de una época, una de esas que se sabe que no se podrán repetir. Aparte de ese pulso moderno, hay mucha cinefilia, no sólo en lo de Hitchcock, sino por ejemplo en un par de flashbacks que reinventan la ci-fi de los años 50 con el "todo vale" de los 70. Y también habla de la religión; aunque la usa para indicar algunas cosas sobre el vacío de valores del mundo moderno, sobre todo usa su mitología como herramienta en beneficio de la película, y la retuerce de tal manera que consigue una atmósfera apocalíptica de "llegada del anticristo" nunca vista, ¡partiendo además de Dios y no de Satán! Aunque suene rancio: ya no se hacen películas así. Hay que verlo para creerlo, y la última imagen es de las que revientan a uno por dentro. El cine de género actual tiene algunos méritos, pero no la libertad de aquel entonces.