miércoles, 15 de febrero de 2006

ÁNGELES E INSECTOS

Angels And Insects (1995)
Dir.: Philip Haas
Reino Unido



"Ángeles e insectos" debe de ser lo más parecido a una cult-movie en el cine de época. Sí, hay una familia noble de la era Victoriana (los Alabaster, ya desde el apellido nos cogen), con intrigas, falsedades, suciedades. Como en muchas otras. Pero hay cosas que la hacen diferente. Por ejemplo, los colores, vivos y excesivos, y a pesar de que parecen irreales, uno sospecha que el mundo de los personajes realmente era así. (Por ahí he leído alguna comparación con Peter Greenaway; yo no diría tanto, pero ya os podeis hacer una idea.) Y los insectos. Los insectos son la clave, porque el comportamiento de los nobles es constantemente comparado con los bichitos, poniéndolos en desagradable primer plano a menudo. Y a veces uno no sabe cuál de los dos planos le da más ganas de vomitar. Son tan irracionales como ellos. Tienen la belleza de varias mariposas que, en un momento, se convierte en terror al verse rodeado por cientos de ellas. Tienen la bajeza estética de los gusanos o las hormigas, pero son capaces de llegar más lejos en la bajeza moral. Los insectos son seres más nobles y dignos que ellos.



Basada en un libro de misterioso título ("Morpho Eugenia"), vemos a un naturalista que acaba de perder casi todo en un accidente de barco ser acogido por los Alabaster. Quienes en realidad no le parecen más civilizados que los de las tribus con los que ha convivido. Mientras él ordena y colecciona insectos, el espectador hace lo propio con los desagradables personajes. Patsy Kensit es el ejemplar más deseado, salido como de una pintura y, como la mujer de un cuadro, con intenciones incomprensibles. Su hermano es una horrenda polilla, decadente y que cree tener derecho a lo que se le antoje, siempre que venga en arrebatos de odio y de humillación ajena. Una sexualidad activa pero oculta es el trasfondo de todo, una hipócrita libertad que lleva al incesto o las violaciones. A momentos incómodos sin razón, como cuando el entomólogo obsesiona a las niñas de la familia con las hormigas, que se pasan varias horas al día observándolas tiradas en la tierra con sus vestidos perfectos. Esto no es otra muestra de los Ivory y Merchant. Esto es una peli descarnada y deshumanizada (al mismo tiempo que, de alguna manera, muy humana), que parece todo lo contrario al refugiarse en la belleza. O precisamente por la apariencia de refugiarse en la belleza formal. Tuvo problemas con la censura, por desnudos frontales femeninos y masculinos; pero yo creo que casi tuvo más peso el mal rollo y la incomodidad que produce.



Ahora que escribo sobre ella me doy cuenta de algo. Llevaba años detrás de ella, y conseguí verla por fin hará unos tres meses. Entonces me pareció que, a pesar de todo, no era tan fascinante y extraña como había imaginado. Y ahora, un tiempo después, se me mezclan las ideas que tenía antes de verla con lo que de verdad vi. Cosa que me pasa a veces (supongo que a todos, cuando uno descubre algo sobre lo que tenías ideas preconcebidas desde hace tiempo), y que no sé si es porque la peli en sí no era para tanto, o porque sus efectos reales sólo llegan un tiempo después de verla. Imperfecta, es extraña, original, y más sutil de lo que parece.

martes, 7 de febrero de 2006

PARAÍSO (oda a Phoebe Cates)

Paradise (1982)
Dir.: Stuart Gillard
Canadá


Hay tres razones para ver "Paradise", una exploitaition de "El lago azul":

a) Phoebe Cates. Obvio. Una de las chicas más adorables jamás mostradas en una pantalla. Y muy mostrada, que se pasa media película a punto de pillar un resfriado la pobre. Como actriz va justita, eso sí. El listo del director no nos engaña, la peli la hizo para que la viéramos ejerciendo de nudista: "Ponte bajo una cascada y tócate un poco, así. Métete en el mar y nada cual sirena. Venga, vamos a otra cascada. ¿Qué haces Phoebe, que te he dicho de llevar el bañador puesto?, ¡que no!". Su único trabajo consistiría en rellenar los minutos en los que ella no estaba en la pantalla. En 1982 también salía en "Aquel excitante curso"años después toda una generación pudimos ver esa peli en la tele, y descubrimos bien de pequeños el desnudo perfecto, en su célebre escena en una piscina. Ya no tuvo que volver a desnudarse en el resto de su (escasa) carrera. Llegó a ser una superestrella sobre todo en Japón, lo que no sorprende, pues es normal que su aspecto de colegiala cautivara a los pervertidos amarillos.

b) Monos. Yo soy como Homer Simpson, si en una peli sale un mono ya merece la pena. Es que son tan graciosos. "Si es que son como nosotros", decía Homer.Son como humanos retrasados, sólo que puedes hacer chistes sobre ellos sin ser políticamente incorrecto. Son tan graciosos, los bichos. Aquí hasta son más listos que los protas y se les adelantan en todo. ¿Que el chimpancé se hace una gallarda?, hale, ya tenemos la señal de salida para que los jovencitos empiecen su despertar sexual. ¿Que se enamora de una chimpancesa y se dan besitos y mimitos?, estaban explicando a los muchachos inexpertos cómo se hacen estas cosas; pasan dos escenas y ya tenemos a Phoebe retozando en el desierto. Cuando se juntan las dos parejas, la de los simios y la de los simios extra-evolucionados, la estampa no es muy diferente de las cenas en parejas que podemos ver en cualquier restaurante. Sólo que seguramente los hombres no saben bailar breakdance tan bien como el mono que sale aquí.

c) Phoebe Cates.



No hay mucho más. Se deja ver y no llega a aburrir. La carga sexual es más estética que física; vamos, que es bonito de ver pero no pone mucho. La cosa va de que Phoebe está en Bagdad de turismo allá a finales del siglo XIX, y unos árabes se cargan a su familia y a la del otro tipo. El jefe de los moros se encapricha con ella y los persiguen y tal. Pero consiguen refugiarse los dos en una playita con algo de selva, que es lo que se supone que es el paraíso del título, pero que a poco que uno se fije es un secarral no muy distante de las dunas de Guardamar. Aunque tiene que dar alegría encontrárselo en medio del desierto, eso sí. Si no es buena vida que llegue Phoebe Cates y te regale una flor como metáfora de que va a entregarte su virginidad, no sé lo que es. Ah, y después de escuchar a tanto xenófobo y americano decir chorradas, aquí tenemos el único argumento convincente contra los moros: que son unos plastas porque nos interrumpen a Phoebe cuando se estaba quitando la ropa. Eso no se hace, hombre.

lunes, 6 de febrero de 2006

CARNE VIVA

Prime Cut (1972)
Dir: Michael Ritchie
USA


Estamos en una fábrica de carne enlatada. Llega un encargo especial, que se atiende mientras los créditos van pasando. ¿Eso que iba a entrar en la máquina era un culo?. Un carnicero sigue atentamente el trabajo de los aparatas. Un momento, ¿un zapato? Recoge un grupo específico de salchichas, que envuelve y envía como un regalo. Sí, estaban haciendo salchichas de gangster. Para el malvado mafioso redneck Mary Ann, interpretado por Gene Hackman. Y era sólo el principio.



Lee Marvin, haciendo de Lee Marvin, se pasea como por las viñetas de un comic a lo largo de "Prime Cut", peli de mafiosos de puro exceso setentero, que no se parece a ninguna otra peli de gangsters, ni a ninguna otra peli en general. Investigando no se sabe qué deuda que ha llevado a un compañero a acabar de comida de perros, viaja al midwest americano para encontrarse con su viejo amigo/enemigo Mary Ann. Y lo encuentra en un granero en el que se celebra una feria de ganado privada para magnates del maíz, vigilada por muchachos de campo armados con azadones y guadañas. Las piezas que se venden son de primera calidad, dispuestas en pequeños cubículos de paja. Sólo que no son ternascos: son chicas desnudas, abandonadas de pequeñas y educadas en un oscuro orfanato con la única finalidad de venderlas cuando estuvieran de buen ver.



Lee Marvin es un duro muy duro, como siempre; hace lo que quiere y con quien quiere, sin miedo y sin dudar un segundo. Por eso, aunque aparentemente indiferente al género en venta, se acerca a una muchacha y se la lleva sin pagar. Por un capricho y un extraño sentido de la justicia. La zagala es Sissy Spacek, en su plenitud física, adorable; lo primero que Marvin hace con ella, tras adecentarla en su hotel, no es buscar a su familia y devolverle la libertad. No. Le compra un vestido transparente que le pone sin nada debajo, y se va a exhibirla al restaurante. ¿Misoginia extrema o alguna forma de feminismo radical?

El malvado Mary Ann y su hermano garrulo, cuando se aburren de pelearse salvajemente entre ellos, convierten en un caso de orgullo la eliminación de Lee Marvin, lo que da para, entre otras cosas, un puñado de extrañísimas secuencias de acción. Sobre todo la de la imagen, cuando se monta la de cristo es hombre en una Feria del Condado, y Marvin y Spacek son perseguidos en un campo de maíz por una gigantesca máquina asesina, que acabará devorando un coche en una de las imágenes de sexo entre máquinas más impactantes que se puedan imaginar, con estruendosos chirridos en lugar de gemidos orgásmicos. Colorido, emoción, espíritu sleazy, sensación de estar en un mundo que no es éste pero está dentro de éste. Y un crudo momento dramático: la mejor amiga de Sissy ha sido secuestrada. La encuentran convertida en un guiñapo en el suelo de una pensión de vagabundos. Ella les cuenta que le concedieron la libertad, permitiendo a los que por allí estaban y quisieran "recibir su amor", conseguirlo a cambio de un centavo. Abre la mano y deja caer decenas de monedas.