domingo, 8 de julio de 2007

WRESTLEMANIAC

WrestleManiac (2006)
Dir.: Jesse Baget
USA



Hay una leyenda mexicana sobre el poblado abandonado La Sangre De Dios. Se dice que El Mascarado, el mejor luchador de todos los tiempos, fue desterrado allí después de arrancarle los ojos a otro (o alguna barbaridad parecida). Otra parte de la leyenda cuenta que El Mascarado apareció de la nada durante las Olimpiadas en México, casualmente al mismo tiempo que desaparecieron otros tres grandes luchadores; una teoría conspiratoria señala al presidente de aquel entonces como responsable de algún oscuro experimento para asegurar la grandeza de su lucha libre. Hoy, unos jóvenes descastados van al país a rodar un pornete, se pierden, y llegan a La Sangre De Dios, donde deciden quedarse a rodar, enamorados de la atmósfera polvorienta del sitio.



El slasher apesta, es un subgénero podrido que se dedica a explotar con poca vergüenza y menos imaginación tres películas: "La matanza de Texas", "Halloween" y "Viernes 13". "WrestleManiac" tira de matanza, repitiendo paso por paso, sin una sola sorpresa, el esquema. El guión responde a las expectativas, con sus diálogos lamentables, sus estereotipos y un elemento que distinga a su peli de las demás, en este caso la lucha mexicana. Pero lo que de verdad diferencia a "WrestleManiac", y la pone en el campo de lo aceptable y hasta recomendable, es que el hombre tras la cámara sabe dirigir, se sobrepone a todas las limitaciones del presupuesto sacando todo el jugo a sus escenarios llenos de óxido y tierra, monta una peli de poco más 70 minutos para que el aburrimiento no tenga sitio y se saca un puñado de planos la mar de salados (me hinché a hacer capturas). Por eso, no me sorprendería que el Jesse Baget diera el salto a un mainstream al que aquí deja en evidencia; "WrestleManiac" acaba de salir en DVD y ya deben estar rifándose al muchacho. Que deje a otros el trabajo de continuar la saga, destinada al infierno de las directas-a-vídeo, del luchador maldito interpretado por un Rey Misterio Sr. de buen año y con sed de sangre, un implacable asesino cuyo único punto débil es seguir las reglas de la lucha libre. Si no, pase lo que pase, siempre nos quedará este glorioso plano (ruego informen si habían visto antes alguno parecido) destinado a convertirse en icónico:

Sabían lo que tenían entre manos y se regodean en la imagen.

viernes, 6 de julio de 2007

28 SEMANAS DESPUÉS

28 Weeks Later (2007)
Dir.: Juan Carlos Fresnadillo
Reino Unido / España



[HAY SPOILERS]


La sombra de Michael Bay es alargada. Un tipo completamente inepto que ha cambiado la forma de rodar (es un decir) las escenas de acción. No él a solas, pero sí como miembro destacado y principal de la epilepsia cinematográfica. "28 semanas después" podría ser perfectamente lo que le saldría al señor (es un decir) Bay si se pusiera a trastear con el cine de terror. La tan alabada secuencia inicial es prometedora y tensa, hasta que estalla la acción. Entonces se descubre el percal y todas las expectativas que se podrían tener se vienen abajo: es cine videoclipero. Entendedme, habiendo alabado a Tony Scott no puedo ni quiero ejercer ahora de paladín del clasicismo. La cámara histérica y el montaje a base de tres indistinguibles planos por segundo puede ser eficaz usado apropiadamente, como en el final del remake/reinterpretación de "Dawn of the dead". Pero convertirlo en el único recurso posible para filmar todo movimiento es apelar al efectismo fisiológico más barato y facilón. Lo que hace Fresnadillo no tiene ningún mérito: coge una cámara y le da veinte bandazos, mete gritos a todo volumen y peta los filtros del Photoshop. Al principio se puede captar por intuición, pero el espectador queda rápidamente agotado y desconecta. No sólo queda fuera de toda situación espacial, sino que tiene que inventar por sí mismo lo que está pasando en pantalla. ¿Pero ese monstruo no estaba fuera de la ventana? ¡Vaya, creía que a ese personaje lo habían matado ya dos veces! ¿Pero no estaban en este edificio? ¿Qué edificio, el de la isla? ¿Qué isla? ¡El gato se ha escapado! ¿Qué gato? ¡Mira el niño lo que acaba de hacer! ¡Que no, que era el soldado negro! Las únicas imágenes que se recuerdan después de lo que se ha visto son las que se han visto: Robert Carlyle saliendo de la casa corriendo a toda hostia perseguido por infectados desquiciados corriendo a toda hostia y media. ESO es lo que funciona, lo que supo hacer Danny Boyle en la primera parte. Es una pena si se piensa en lo que podría haber salido con una buena planificación, tanto en esta secuencia como en la de la sala en la que encierran a los supervivientes, o en aquella en la que disparan desde los edificios a los que corren. La acción es indistinguible, las escenas intercambiables. O a lo mejor es que me estoy haciendo viejo y, a pesar de mis esfuerzos, no puedo seguir el ritmo de los tiempos. No puedo olvidar cómo me sentí traicionado por Peter Jackson cuando usó este recurso en las escenas de acción de la primera parte (y, con diferencia, mejor) de su trilogía de los anillos.

La principal diferencia con Michael Bay está en el guión, que aquí se preocupa por los personajes y no mete chistes de y para niños de 5 años. Pero, aparte de esa intención humanista, el guión es muy tramposo y un poco tontorrón. Se me escapa por qué a ésta le ha tocado la suerte de ser alabada, y hasta considerada inteligente, por la crítica, la misma que ha liquidado tantas otras pelis por cuatro agujeros de guión. Sin que sirva de precedente (estoy a favor de la imperfección) voy a ponerme en plan quisquilloso y listillo y decir algunos momentos:
-Después de entrar al complejo militar, que hemos visto protegido por un gran perímetro (o intuido, porque de nuevo la situación espacial queda a la interpretación del espectador) y de fuertes medidas de seguridad, dos niños se escapan como si estuvieran huyendo de la ventana de su habitación. Se podría argumentar que se ha montado todo rápidamente y es normal que existan estos agujeros, pero no encaja con lo que hemos visto antes, estaría demasiado descompensado.
-El padre que visita al ser más importante sobre la Tierra sin ninguna vigilancia ni medida de seguridad.
-En el potencialmente excelente momento del sótano donde encierran a los supervivientes por su seguridad, resulta que hay una salida de emergencia que los conecta directamente con el mal del que los están protegiendo. Se me cae el alma al suelo pensando en lo que podría haber salido si el trabajo lo hubiera hecho un cámara de verdad y no un desahuciado de pruebas experimentales con anfetas.
-Armas químicas que se pueden evitar tapándose la cara con la camiseta. Ni eso hace falta, en realidad.
-Ya me callo que me estoy dando asco a mí mismo.

¿Un guión crítico con la política militar norteamericana? Vaya, juzgando sólo por la película juraría que era una apología incontestable del utilitarismo. Lo bueno es que es gracias a la comparación que se puede apreciar toda la grandeza de los conceptos de Romero. Y que no es tan fácil, ni mucho menos, que una película funcione como lo hacía el "Dawn of the dead" de Snyder, esa sí con uno de los mejores arranques de la historia del cine. Aunque pueda parecer lo contrario, "28 semanas después" no me ha disgustado. La historia tiene más giros sorprendentes de lo normal, y además sorprenden. Pero es que estoy frustrado porque se han malgastado todas sus posibilidades. Todo lo que me ha hecho sentir es cierta inquietud, y como respuesta puramente física. Las imágenes que se intuyen detrás de las avalanchas de planos, y las que se ven en los momentos de calma, son apropiadas y siniestras, y la atmósfera general está bastante lograda y tiene unidad, sin acercarse al estupendo uso que hizo Danny Boyle de la oscuridad y los espacios cerrados en la primera parte. Incluso la original forma de meter post-rock de aquella aquí se vuelve recurso reiterativo y sin criterio. Pero lo más importante: cualquier película que tenga un solo momento de levantarse y aplaudir, como aquí el del helicóptero-segador, merece respeto.

martes, 3 de julio de 2007

SORCERESS


Sorceress (1982)
Dir.: Jack Hill
USA / México



Siete años después de su increíble epic de gangxploitaition "Switchblade Sisters", Jack Hill pudo dirigir de nuevo gracias a Roger Corman, en la que es su última película hasta la fecha. Considerada en el mundo anglosajón una de las peores películas de la historia (no entienden nada), "Sorceress" es otro derroche de encanto de un director con espíritu infantil, un espíritu del que las tetas y la sangre son una manifestación. Sus pelis me hacen sentir un niño otra vez como las de pocos.


"Sorceress" es otra de las pelis que intentaron aprovechar el tirón de la fantasía de espada y brujería de "Conan". Sólo que en este caso no venía de Italia, sino de los USA; y con la participación estelar, no desdeñable, de México, donde se rodó casi todo. La historia tiene los elementos tradicionales del poblado arrasado por un brujo muy malo, los infantes con destino cósmico, la sed de venganza contra el asesino de los padres, las criaturas variopintas, el guerrero, el mago bueno... todo de saldo. Es importante decir que, además de a la fantasía, "Sorceress" pertenece también al subgénero de los gemelos (que dio al menos otra obra maestra en los 80: "Los bárbaros"), en este caso dos gemelas, tal vez ex-conejitas. El argumento da pie a un subtexto sobre la identidad de género, pues ellas no saben que son chicas, y desconocen la diferencia entre sexos; esto propicia además que desconozcan el pudor y se desteten a las primeras de cambio. Su primera aparición adulta tiene lugar en un lago en el que se bañan bien fresquitas. A la orilla llega una de las estrellas de la peli: Pando, un sátiro que se comunica mediante balidos de oveja y que sospecho que es un adelanto del próximo vídeo de Aphex Twin. Ellas nunca han visto un manubrio, por lo que confunden lo que el ser tiene entre las piernas con un arma, y salen del agua, con el pecho bien delante, a darle un par de coces. Poco después se harán amigos y, después de la muerte de su particular Merlín, formarán el grupo de aventureros junto a un bárbaro con una barba muyo postiza, inspiración directa para el Gimli cinematográfico. Creo que también se les une más gente, pero su carisma es demasiado escaso como para que los recuerde. El brujo malo tiene una bruja mala, que se pasea por ahí custodiada por un tipo con traje de gorila y un gran felino. Con sus sutiles habilidades adivinatorias descubre cuál de las muchachas es la elegida: coge a una y le pone la cara en unas brasas. No se quema, ¡aleluya! Poco después es raptada cuando, en un momento de calma, el grupo es asaltado por un montón de hombres disfrazados de gorila que les lanzan gas de la risa. No estoy utilizando una licencia literaria.


La pobre secuestrada llega a ser seducida por otro soseras borrado de mi mente, y el polvete correspondiente lo vivimos a través de su hermana. Efectivamente, tienen una conexión especial; cuando la que no folla empieza a restregarse por el suelo sola y a gemir y toquetearse, el Gimli carnavalesco cree que le están haciendo daño a su hermana. Pero el sátiro sabe mucho del tema y ve que no, que no es dolor, que es gustito, y trata de unirse a la fiesta. No lo consigue, pero el espectador sí ante una escena tan idiota como erótica. A partir de ahí me quedo afectado y no consigo seguir el resto del argumento. El hombre disfrazado de gorila intenta cargarse al sátiro (que estaba danzando con unas wiccans en medio del bosque sin razón aparente) con el método patentado por la CIA del cable al cuello. Mientras, parece que la hermana cautiva va a ser sacrificada en un ritual de corte cosmológico ante una piedra que lanza destellitos. Los aventureros van a su rescate, y el malvado Traigon monta un terremoto y abre un agujero por el que caen a una guarida infestada de zombis. Pelean un poco, hasta que la moza recuerda un consejo de su Merlín: cuando esté en verdadero peligro tiene que decir "Vitahl". Lo dice. Resultado: los zombis les dejan huir tranquilamente al exterior. ¿Qué hay en el exterior? ¡Es Vitahl! ¡Ha sido invocado! ¿Y qué es Vitahl? ¡Una marioneta de un león con alas! Es difícil transcribir esta escena, una de las más alucinantes que he visto nunca: de pronto, al lado de Vitahl aparece en el cielo una cabeza gigante de mujer (tal vez la bruja mala, ahora muerta y puede que buena; aunque sean fundamentales para entender la historia, no quedan claros los conceptos del bien y del mal), la mitad del rostro quemado y que lanza rayos por la boca. Lo que provoca lo único que faltaba hasta el momento en "Sorceress": explosiones. Una batalla celestial sin igual con apenas un par de elementos. Al final las jambas se salvan, claro, no sabría decir cómo. Sólo pienso en sus pechos, cubiertos o descubiertos.


Los efectos especiales son la joya de la corona: un montón de rayos y brillos corporales pintados directamente sobre el celuloide, un entrañable procedimiento por el que tengo especial debilidad. Y como tienen que ser: verdes pero, sobre todo, azules. ¡Sirven para todo!: ataques de energía, transmisiones mágicas de conocimiento, auras de poder... Los efectos sonoros, un breve repertorio de silbidos "chiuss", no se quedan atrás, así como la banda sonora, prestada en su mayor parte por "Piraña" y "Humanoides de las profundidades", o un doblaje que pensaría hecho en un estudio casero de no ser porque en 1982 sólo los tenían los ricos y Brian Eno. Cómo me gustaría conocer los pormenores del rodaje, no pocas cosas tuvieron que pasar para que Jack Hill decidiera firmarla con seudónimo. En cuanto a lo que se ve en pantalla, no lo he contado todo, para saber más tenéis que verla, o conseguirme una posible copia de 83 minutos (la que tengo dura 73).