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La clave de "Maniac" está en su fecha de producción: ¡1934! Dwain Esper bien podría ser el padre (abuelo) de la exploitaition en su estado más puro, del cine hecho con la cara bien dura, y con un par, para llenar la cartera. Es más conocido por vendernos películas educativas sobre los peligros de la droga, como "Reefeer madness", pero "Maniac" es su verdadera obra cumbre. No era la primera vez que el cine se adentraba en terrenos morbosos (Tod Browning a la cabeza, con "Freaks"), aunque puede que sí fuera la primera vez que lo sugerido se hacía explícito; incluso algún pecho femenino es sacado a pasear. Es un catálogo de demencias; literalmente, porque de vez en cuando aparece un texto en pantalla sobre alguna enfermedad mental, acompañado de música de ascensor. Supongo que Esper lo hizo para colarlo como una peli educativa, y así tener carta blanca para poder enseñar las barrabasadas que se le ocurrían. El equilibrado punto medio es siempre lo más saludable, y él lo halla (retrospectivamente) entre Herschell Gordon Lewis y "Zé do Caixao".

Un científico loco tan deudor del doctor Frankenstein como, directamente, del Herbert West de Lovecraft, se empeña, como este último, en resucitar muertos; aunque su ayudante es un perturbado aún mayor y le pega un tiro bien pronto. Entonces este tipo saca a paseo su repertorio de locuras clínicas, suplantando al profesor. Entre otras, recrea "El gato negro" de Poe para ir llenando minutos, se monta monólogos con imágenes del infierno superpuestas (robadas de otras pelis; ¿"Haxan"?) para ilustrar lo que le pasa por la cabeza o, en una escena legendaria, le saca un ojo a un gato y se lo come. Esto bien explícito, para que no se dude; aunque el gato ya era tuerto y lo que mutila una canica. Es el locatis oficial de la película, pero el resto de personajes que pululan no le andan a la zaga: dos hombres tipo árbol que trabajan en una funeraria, uno de ellos sufriendo espasmos incontrolados por no tomarse la medicación del Parkinson, sufre con cada línea de diálogo; una cuadrilla de muchachas liberadas, muy coquetas, la que está de más buen año sometiéndose a un tratamiento de choque contra la celulitis frente a la cámara, en una proto-teletienda de lo más curiosa. Sospecho que los actores fueron contratados en un frenópatico, donde el director hizo castings mientras se informaba del tema; las actrices salen evidentemente de pisos de madamas de confianza. Hay mucho más, como varias peleas interraciales de animales o una lucha a muerte entre dos damas que parece de todo menos preparada, pero (por una vez...) no quiero arruinar toda la diversión. Y la diversión viene no sólo de lo que pasa, sino de cómo pasa: con una incompetencia técnica no muy alejada de la de "Manos" (la peli más inepta de la historia; también una de las mejores), aunque al menos "Maniac" tiene la excusa de que el cine en general era entonces más tosco. Mucho, bueno y malo, le debemos a Dwain Esper y su iniciación del cine psicotrónico.

Por aquello de meter el blog en el siglo XXI, he subido un vídeo al YouTube, que por muy plasta que sea yo siempre mejor si las cosas se explican por sí mismas. Y porque esta es una de esas cosas que hay que ver para creer, como toda la peli. En esta escena, el suplantador inyecta a un tarado el suero de revivir cadáveres, dándole la oportunidad de ganar un Oscar, con los gloriosos resultados a un click de distancia: