lunes, 19 de noviembre de 2007

ALTERADO: Variaciones sobre una abducción

Altered (2006)
Dir.: Eduardo Sánchez
USA



A veces, una buena idea basta por sí sola para que una peli salga bien. Abundan los inútiles impersonales haciendo cine, pero hay historias, como la de "Altered", con las que hay que hacer un esfuerzo extra para convertirlas en estiércol. El argumento es claro: una panda de paletos consigue cazar una noche, en medio del bosque, a uno de los salvajes extraterrestres que los abdujeron y torturaron hace varios años; quieren vengarse. Uno de los grandes aciertos de la peli es empezar directamente en medio de la acción, en la cacería del alien, un punto al que la mayoría de películas habría tardado al menos 40 minutos en llegar. Y a partir de ahí, no hay vuelta atrás, ni tiempo que perder en idas y venidas. En el fondo es una peli supervivencialista más, con un grupo de hombretones de pocas luces, uno de ellos especialmente misterioso y dotado, siendo acosados en una casa aislada por un monstruito sanguinario. El sótano mugriento está ahí, tambíen la experiencia oscura compartida intensamente por unos pocos, el hálito de "La cosa" de Carpenter presente. Pero las sorpresas son constantes y los matices y variaciones suficientes para convertirla en algo diferente, explotando su modesto presupuesto como las pequeñas joyas saben hacerlo: yendo al grano.

En 1999, Daniel Myrick y Eduardo Sánchez cambiaron para siempre el cine, tal vez no sólo el de terror, con "The Blair Witch Project", peli que todavía hoy sigue provocando opiniones enfrentadas que suelen acabar en peleas de borrachos; por mi parte, la considero un hito y una cima del escalofrío. Desde entonces, con la excepción de una secuela que produjeron corriendo y de la que no guardo ningún recuerdo, se han mantenido apartados del cine, probablemente acomodados en la vida del millonario. El año pasado ambos volvieron a la actividad creativa, por separado: Myrick parece estar haciendo una carrera poco interesante en las directas a vídeo, y Sánchez, juzgando por este "Altered", demuestra ser un tipo con ganas de seguir dando vueltas de tuerca al género, aunque seguramente ya nunca pueda echarle tantas pelotas y ser tan radical como fue con la bruja. Su capacidad queda exprimida como argumentista; como director parece algo limitado pero cumplidor. "Altered" tiene ritmo y tiene ingenio, además de un buen capazo de gore que en algunos momentos podría conectar con la parte estrictamente física, no filosófica, de la Nueva Carne; los poderes y tretas del bicho dan juego y se aprovecha. Los personajes son planos y, como tantas veces, eso hace que el espectador se quede algo frío ante sus miserias; la ración de tópicos también está ahí, aunque lo bastante camuflada y maquillada para que no importe. A pesar de estos errores comunes, los aciertos son más de los esperables y es un rato, no creo que revisitable, de diversión pura y dura, algo no tan frecuente como debería en la serie B moderna.

sábado, 17 de noviembre de 2007

Miss Muerte

Siempre he estado en el lado de los que no entendían el culto a Jess Franco. Quiero decir: su pasión por el cine es admirable, su dedicación única, pero creía que eso no explicaba el desmedido amor de tantos porque, sencillamente, no tenía talento y sus pelis eran un aburrimiento. De 5 o 6 a las que había podido enfrentarme en la época pre-internet, ninguna me motivaba más allá del intentar suicidarme; sólo "Gritos en la noche" cumplió su función y evitó el sopor, sin más. Como ya decía algún converso, me parece que en el "2000 Maníacos", con el DVD y las acojonantes remasterizaciones que están haciendo de su obra hay que replantearse la situación: este adorable cabroncete tenía talento. Sólo surge de vez en cuando, en un porcentaje pequeño de su inabarcable producción; pero ese pequeño porcentaje supone un buen montón de pelis, por lo que el asunto cambia del "a tomar por culo Jess Franco y su ineptitud" (siempre desde el respeto) a "hay que escarbar para sacar a relucir lo que merece la pena". Y vaya que si la merece, sobre todo esta "Miss Muerte" ("The diabolical Doctor Z" para los guiris), hipnótica variación de, otra vez, "Los ojos sin rostro". No sólo mantiene el tipo con el ritmo y la sorpresa constante, aprovechando la eterna ventaja que es la humildad, sino que proporciona un icono impagable al cine fantástico: Estella Blain embutida en un panty de cuerpo entero, con hilos negros de tela de araña cubriendo partes pudendas con diferentes grados de éxito. Y en los intermedios, poderosas inserciones de agujas hipodérmicas. Para profundizar más, recomiendo la declaración de amor que le hizo a la peli Pedro Calleja en su blog. Mi contribución se limita a haber subido el vídeo de la performance de la muchacha, que hará salivar a cualquier persona de bien:

miércoles, 14 de noviembre de 2007

All the rage (have a nice life, CD)

Hasta hace pocos meses, yo era un defensor firme del CD; o, digamos, del disco en soporte físico en general. El mp3 es un invento definitivo, un enviado del paraíso, pero con él llega el problema de la sobreinformación. Podemos descargar, y de hecho descargamos, mucha más música de la que podemos humanamente asimilar, o siquiera escuchar. Gracias al mp3 todos hemos hecho descubrimientos fundamentales para nuestra vida, imposibles por otros accesos; y a pesar de este desbordamiento de oferta, los discos/canciones que tienen que convertirse en importantes para uno, se hacen hueco. Pero, aun con todas estas ventajas, yo seguía defendiendo el CD por dos razones. La primera, la calidad de sonido: es cierto que de 192k para arriba es prácticamente igual, pero cuando uno acostumbra el oído (o se enfrenta a malos ripeos) se notan las diferencias. La segunda, y más importante, es que al centrarse uno en el CD se limita la música disponible: el dinero está justito y con él sólo se pueden comprar una determinada cantidad de CDs. Y así se pueden exprimir mucho más, más cerca del "como en los viejos tiempos" de aquellas cinco cintas que teníamos grabadas en el instituto de las que conocíamos cada error, que del horror vacui al que nos somete la infinitud del mp3.


Ya entonces, a pesar de tener esta posición teórica, en la práctica me dividía entre los dos formatos. En el fondo, ni se escuchan hasta la extenuación todos los CDs comprados, ni todos los mp3 que bajamos suenan de ambiente una sola vez sin que les prestemos atención porque ¡no hay tiempo, hay demasiado para escuchar! Pero todas mis dudas se disiparon cuando hace unos meses me decidí a comprar un mp3. Ya tenía un discman que lo leía, pero ni de lejos es lo mismo. Las semanas avanzaban y cada vez me parecían más inútiles los CDs, engorrosos. El punto de inflexión definitivo llega cuando empiezo a pasar a mp3 los discos originales. Y en estos momentos veo innecesario, salvo que sólo tengas posibilidad de escuchar en ese formato (en el coche, por ejemplo), el CD en general y comprar discos originales en particular. Claro, con esto doy la razón a los activistas (?) antipiratería. ¡Internet lleva a la debacle de la industria! ¡Mentira! O mejor: ¡verdad! Al fin de una industria rancia y abusona, incapaz de adaptarse a los nuevos tiempos como sí hacen los sellos pequeños, o ya los grupos independientes de todo, que proliferan junto a las salas de conciertos llevando la música, entendida como medio de expresión y no como negocio, a unas cimas envidiables. ¿Que los nuevos artistas lo tendrán difícil para vivir de esto? Claro, pero ¿no lo tenían antes? La situación económica será parecida para ellos, sólo que el dinero ahora les vendrá de los conciertos, directamente, y no de pequeños porcentajes de la venta de sus discos, gestionada por las discográficas. Y, aunque fuera cierto que nadie pudiera ganarse ya la vida con esto, ¿acaso no es mucho mejor la posibilidad de que cualquiera, gracias también a los estudios caseros, pueda grabar y transmitir sus ideas a quien tenga los santos cojones de escucharlas? Eso es la democratización de la creación. El hecho de que los grupos/artistas no pudieran tener plena dedicación por no poder hacer el suficiente dinero para vivir de su música no sería tan grave; primero porque la mayoría de los grupos dan lo mejor de su talento al principio de su carrera y luego se acomodan o dan tumbos; y, aun así, quien sintiera la necesidad podría seguir haciendo música durante tantos años como le saliera del papo o tuviera un ordenador.


Todo este rollo venía para promocionar una playlist de mp3 que me he montado, y que supone un cambio porque es la primera vez que hago un mixCD en un formato diferente al CD, que no se graba físicamente en ninguna parte para hacer constancia. Un cambio tan grande como cuando abandoné el cassette para tal menester. La playlist en cuestión, primera de su raza en mi casa, es "All the rage", 46:42 minutos de música de sábado por la mañana, de canciones dinámicas y juguetonas, voces entremezcladas de chicos y chicas, palmas (el mejor instrumento) y variaciones más o menos duras sobre el tema del indie-pop en general, en las cercanías del twee-pop y en algún tema en los límite del noise-rock, siempre con espíritu libre. Todo para gente sin prejuicios, claro. Se puede bajar aquí, y como muestra representativa de lo que se puede encontrar os dejo el vídeo de la primera canción, que todo el mundo entre 20 y 30 años tendría que ver por su concentración de intereses para tales edades, desde mozas y mozos bien parecidos a pinturas, colorines o mutilaciones de broma:



Y el tracklist (insisto, puede bajarse aquí, son 63MB a 192k):

1. The Royal We - All The Rage (2:58)
2. Tilly And The Wall - Fell Down The Stairs (2:18)
3. The Grates - Science Is Golden (2:57)
4. The Monsoon Bassoon - The Very Best of Badluck '97 (3:26)
5. Cornelius - I Hate Hate (1:42)
6. Eugene McGuinness - Monsters Under The Bed (2:14)
7. The Fiery Furnaces - Here Comes The Summer (3:30)
8. Palomar - Up! (3:25)
9. Mates Of State - A Duel Will Settle This (3:41)
10. The Boy Least Likely To - Be Gentle With Me (3:46)
11. Suburban Kids With Biblical Names - Rent A Wreck (2:54)
12. Bunnygrunt - Party Boy (1:08)
13. Enon - Natural Disasters (2:47)
14. Babyshambles - Fuck Forever (4:37)
15. Rilo Kiley - Wires And Waves (3:18)
16. Zombina & The Skeletones - Braindead (2:01)

lunes, 12 de noviembre de 2007

EL ROSTRO DE LA MUERTE

Alice, Sweet Alice / Communion (1976)
Dir.: Alfred Sole
USA



El cine de terror de los 70 es una isla. En las décadas anteriores y posteriores el género sucede en mundos fantásticos, creados y regidos por la industria. A veces todas las pelis parecen interconectadas, secuelas y remakes unas de otras, desde los famosos monstruos de la Universal y sus permutaciones a los psicópatas baratos y vampiros simpáticos de los 80, pasando por las invasiones extraterrestres y experimentos fallidos de los 50 y 60 y la sosería falta de sangre, en todos los sentidos, de los 90. Así hasta llegar a la década actual, en la que el pornogore llega al mainstream y se hace el rey, para cierto regocijo del fan. Pero en los 70, siempre hablando de una sensación general, los universos de la pantalla no salían prefabricados de las oficinas de los estudios, no tomaban como antecedente a continuar otras decenas de películas, sino que surgían directamente del mundo real, y de las cabezas de los directores (o las conexiones de estas cabezas con el cine anterior). Así Larry Cohen, Tobe Hooper o Alfred Sole, el responsable de "El rostro de la muerte", una película totalmente representativa de aquella época.


Sin estar en primera fila, todo es prototípico en ella, en parte por su imperfección y que no le importe demasiado pulir las aristas del vendaval creativo: hecha con cuatro duros, retrata obsesivamente las imágenes de la mente de su autor, y lo hace con un intento de transmitir su personalidad distintiva en cada plano. Esto es algo que antes de los 70 no existía en el cine de género -no sólo de terror- con esta sinceridad. Los acercamientos de los franceses, como el pseudotocapelotas aburguesado de Truffaut en, por ejemplo, "La novia vestía de negro", son la mayoría de veces impostados y artificiosos; hasta el genio Godard cayó en esta falsedad autocomplaciente de presunto amor por la serie B americana con "Alphaville" y "Made in USA", obras interesantes que van más lejos en intenciones y en inteligencia que el modernales de Truffaut, pero que no rebosan la autenticidad y libertad características de Godard. El género en los 70 se apoya a menudo en algún intento previo para que el salto al vacío no sea total, en este caso la "Amenaza en la sombra" ("Don't look now") de Nicolas Roeg, de la cual sería el reflejo asalvajado y tosco. Tienen muchos puntos en común: la identidad hipotética y real del asesino, el análisis de una institución social (en aquella era el matrimonio, aquí la familia y los hijos), la estilización extrema... hasta copia el vestuario clave. Pero la fijación de Sole no es el sexo y la sangre, por decir dos de la compleja "Don't look now", sino la religión y los niños. Cada imagen de la película respira atmósfera de iglesia suburbana, de familia que asiste cada domingo sin falta y en la que el cura es un miembro más; casi cada plano tiene algún potente símbolo de imaginería religiosa, muchos de los cuales interactúan con los personajes o son importantes para el desarrollo de la trama. Una sobredosis de cruces y santos, un mal viaje del Padre Karras después de ver "La semilla del diablo".


Alice. Alice es una de las hijas del matrimonio protagonista -matrimonio de madre sobrepasada y padre desentendido-, una niña con niveles de hijaputez pocas veces vistos, con pasado oscuro y que a sus 11 años ya sabe que la mejor forma de conseguir lo que quiere es insinuando sexo. La actriz, que parece que tenía 19 años entonces, tiene una de esas raras caras, tan agradecidas por el cine, que transmiten siempre maldad y en las que es imposible confiar. Sabes que te la va a meter doblada y, lo que es peor, sabes que no puedes hacer nada para evitarlo. Planos retorcidos y un gran uso de los interiores, y el barroquismo del pobre que sabe sacar el mejor partido al material granuloso con el que trabaja, contribuyen a la asfixiante atmósfera de "El rostro de la muerte", de la que sólo se escapa tras los asesinatos, climax angustiosos de un Hitchcock bastardo que sirven, más que nunca, como liberación.