PERVERT!

Pervert! (2005)
Dir.: Jonathan Yudis
USA

HUGE BOOBS SEX BLOOD AND A SNAKE

Con eso en un cartel, y la recomendación de que abandonen la sala a quienes ya tengan una erección, arranca "Pervert!". Entonces la pantalla se llena de muchas pequeñas pantallitas con chicas de grandes pechos agitándose (ellas y los pechos), acompañadas de más "sex", "violence" y "freedom". Mary Carey, actriz porno famosa por haberse presentado a las últimas elecciones de California (y no le fue mal), corretea con una gigantesca bandera americana, mientras otra compañera posa disfrazada de Estatua de la Libertad. Todas en tetas, claro. Un apuesto joven llega a la granja de su padre, un septuagenario que se trinca a la Carey a todas horas. La granja es la misma en la que se rodó "Faster, pussycat! Kill! Kill!". El hijo se lo monta con la zagalica también aquí y allá, mientras ella aprovecha cualquier cosa medio líquida que se encuentre para untarse el tetamen. Hasta coge una colmena y se tira encima la miel, y luego se manosea pero bien. Fornican como locos en todas partes, hasta que el padre se entera. El melodrama rural está servido. Poco después, ella desaparece de forma misteriosa. Y otra fresca que la sustituye sigue el mismo camino. ¿El asesino será el padre, que hace estatuas con carne de cerdo y habrá decidido pasar al siguiente nivel: la carne humana? ¿Será el hijo? ¿Será algún/a amante/a de las muchachas? ¿O será, con el beneplácito del señor spoiler, el mal personificado por una maldición vudú? Por supuesto, "Pervert!" es un homenaje a Russ Meyer; pero uno hecho por alguien que lo conoce y lo adora y, además, sorprendentemente tiene algo de su talento. Filmada en dos semanas y con un presupuesto parece que de menos de 100.000$, en algún momento no se puede ocultar el toque amateur, pero es una película profesional y muy cuidada, rodada por un tipo que hizo algún episodio de "Ren & Stimpy", y con el apoyo de Eli Roth. Colorista, histérica, es un camión desbocado en el que todo vale, siempre que sea para hacer pasar un gran rato al espectador. Vale una serpiente de goma, valen jovencitas que mueven sus carnes naturalmente voluptuosas y gelatinosas sin pudor, vale una nativa paseándose por el desierto como un coyote, vale el director disfrazado de violador nazi homosexual pateando a su hijo de 3 años, valen transiciones con gratuitos bailes de topless; y valen muchas cosas más, demasiadas para resumir, porque en los 80 minutos de "Pervert!" no hay ni uno solo de relleno. Sangre, tetas, montaje espídico y poca vergüenza hasta el final.