L'herbe rouge (1950)
Vea usted, señor Brul, mi punto de vista es muy simple: en tanto que exista un lugar donde haya aire, sol y hierba, debe uno lamentarse de no estar allí.
Este es el libro que recomendaría a quien quisiera entrar en la fascinante y única obra de Boris Vian. Están todas sus obsesiones y antojos, pero con mucha más carga emocional, que hace "La hierba roja" más accesible. No es que sea un autor difícil, pero su mundo es tan personal que puede desorientar la primera vez que se entra en él. Al principio, uno no sabe qué acaba de pasar en una situación que parecía medio normal: "pero, ¿entonces el senador es un perro de verdad?". ¿Que qué tiene de especial? La pregunta más bien sería "¿qué no tiene de especial?". Sus historias pasan en mundos que parecen el nuestro, pero en los que ocurren cosas absurdas con toda naturalidad; como si Alicia del País de las Maravillas se paseara por una novelita americana de los años 50 con un spray de ácido sulfúrico. En "La hierba roja" la imaginación de Boris Vian desborda y sorprende como siempre pero, con los mismos niveles de surrealismo, no se centra tanto en la sátira como en la introspección. Se dice siempre que éste es su libro más autobiográfico, y ahí está la explicación de la empatía que aquí tiene más fuerza de la normal en Vian.
Cuatro personajes de nombres extraños (Wolf, Lazuli, Folavril, Lil) forman dos parejas. Aunque también hable de las relaciones, no lo hace de un modo convencional. Los cuatro están en un sitio que es como el nuestro pero diferente. Wolf ha construido una máquina que le lleva a un lugar en el que, entrevistándose con un personaje, puede borrar de su mente una etapa de su pasado; un pasado tierno y sencillo, que en gran parte suponemos que es también el de Boris Vian, que aquí tiene más necesidad de desnudarse y encontrarse que de acabar con el universo. Wolf busca algo por lo que merezca la pena vivir, algo que no le aburra, aunque sólo dure unos momentos. Mientras, los personajes se mueven en lo extravagante, que les afecta directamente sus vidas: visitas a barrios y zonas de la ciudad que parecen salidos de la mente de un Sade psicodélico y lleno de vida, como el barrio del juego (el juego consiste en tirar alfileres con una cerbatana a personas atadas, desde niñas a ancianos); la paranoia constante de Lazuli, que ve a un misterioso hombre por el rabillo del ojo cada vez que intenta besar o tocar a su novia. ¿Metáforas o símbolos poéticos? Puede que las dos cosas, pero prefiero pensar que la intención de Vian iba más hacia el poder de la imaginería por sí misma, al estilo de los surrealistas. Siempre tiene la palabra exacta que, signifique o no algo, sugiere mil cosas apropiadas (una fascinación que transmite incluso la traducción; ojalá supiera francés para leerlo como lo escribió). En "La hierba roja", está todo el estilo crítico y dialogante, onírico, imaginativo y provocador de Vian, con una sensibilidad que en otros de sus libros se intuye más que se demuestra.
jueves, 6 de abril de 2006
La Hierba Roja, de Boris Vian
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9 comentarios:
Este es uno de mis libros favoritos y una referencia literaria indispensable para quien quiera dejar abiertas las puertas de lo onírico en su literatura.
Me ha influenciado muchísimo...
Yo me quedo con los más "detectivescos"; "Que se mueran los feos" y "Con las mujeres no hay manera"
lisergico
No sé si es que no era el momento y no estaba yo por lo que tenía que estar, pero me costó mucho entrar en "La hierba roja", estuve por tirarla a la basura, en serio. Por suerte me detuve a tiempo y la cosa empezó a mejorar. Coincido plenamente en todo lo que dices sobre la novela. De todos modos, quizá por ese principio que se me atragantó, no la pondría entre los mejores Vian's que he leído, todo y que asumo su mayor nivel narrativo.
Saludos!
se aprende algo leyéndolo o sólo vale para hacerse fan de sus extravagancias?
Invito a leer "La Espuma de los días" ...quizás el mejor de toda la creación de Vian. Luego de leer esta obra tuve la suerte de encontrar entre varios poderosos a la "Hierba Roja" ...notables.
No se si las obras de Vian sean extravagantes... el aprender es innato e inevitable independiente del objeto y del momento. Boris Vian gusta o no gusta, conecta o no conecta... quizás lo extravagante para Gordons es el lenguaje de los libros de Vian.
Empecé a leerlo y después de 20 páginas lo abandoné (algo que jamás he hecho de forma tan temprana). Me fui al último capítulo y aquello que leí fue la constatación de que dejarlo era lo mejor que pude hacer.
Lo mejor de Vian es 'Escupiré sobre vuestra tumba, sin duda. No sé cómo pudo decir tanto en tan pocas páginas.
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