domingo, 26 de marzo de 2006

A SHORT FILM ABOUT KILLING

Krótki film o zabijaniu (1988)
Dir.: Krzysztof Kieslowski
Polonia

elink (en polaco)
subtítulos (en inglés)


A finales de los 80, uno de los directores europeos más celebrados de todos los tiempos, Kieslowski, hizo para televisión una serie llamada "Decálogo", y en cada episodio trataba un tema de la vida. Para aprovechar el tirón, hizo versiones alargadas de dos capítulos, los dedicados al amor y al asesinato, y presentarlos en festivales de cine llenos de críticos dispuestos a lamerle el culo (ésta en concreto ganó el Premio del Jurado). Y con bastante razón, parece. Digo "parece" porque éste ha sido mi primer Kieslowski y no puedo generalizar más, ni sé si es representativo. La impresión ha sido muy buena, un cineasta tan pictórico como literario, maestro del encuadre.


La peli parece ocurrir en un mundo suburbano alternativo, lleno de podredumbre, óxido y barro; tan fuerte es la sensación, que uno podría pensar que no se ha necesitado añadir filtros (que a veces enmarcan las imágenes) y que todo lo que vemos es real. Y a pesar de lo espectacular de los colores marrones y verdosos, Kieslowski no quedó satisfecho y se picó con su director de fotografía (quien luego hizo carrera en los USA, por ejemplo en "Gattaca"). Lo siniestro del asunto es que ese mundo de pesadilla es real, es la Varsovia comunista de finales de los 80. Entre las imágenes y la temática, casi podría ser una adaptación al cine de Kafka o Kadaré. Es una de esas películas que rápidamente se etiquetan como alegato contra la pena de muerte, a lo que yo añadiría el no menos importante factor de pesadilla urbana. La peli sigue a tres personajes: un taxista que aquí sería un arquetípico añorador de Franco; un talentoso y sensible abogado; y un jovencito de tendencias destructivas aleatorias y gratuitas, que vamos viendo. Después de más de tensa media hora de presentaciones, el jovencito liquida al taxista, y el abogado lo defiende sin poder evitar su condena por el Estado.


Para darle fuerza a su crítica a la pena de muerte, la equipara con el asesinato cruel del tipo, con paralelismos entre el crimen individual y el crimen estatal. Lo consigue en dos escenas similares, largas, tensas, crueles y muy gráficas. La primera, la del homicidio del taxista: lo lleva a un descampado, lo estrangula durante varios minutos (no sólo de tiempo real sino también cinematográfico), el taxista babea y recobra falsas esperanzas de escapar, sólo para que el asesino acabe el trabajo a garrotazos poco después. Que el Kieslowski es un hijodeputa, porque se ensaña aún más con el taxista, "aún está vivo", así que hay que reventarle la cabeza con un canto rodado pero bien. La ejecución al final de la película es si cabe más fría y ceremoniosa, incluso más inhumana porque ya no es la demencia de un hombre, sino la de varios colaborando en la muerte de otro. En un triste y apartado habitáculo, es ahorcado, entre arrepentimientos tardíos, casi con placer por los cumplidores de la ley. La puntilla a la dureza extrema de la escena es que descubrimos para qué servía una zafa de plástico puesta debajo de la cuerda: para recoger el último legado del ajusticiado a la Tierra, la mierda que le es inevitable soltar. Kieslowski comete lo que yo creo que es un error, tratando de justificar el comportamiento del asesino porque mató accidentalmente a su hermana y ahí ya se le fue la olla; por lo tanto, casi parece ponerse de su lado y darle más crédito que al Estado ejecutor. En todo caso, lo mejor de las dichosas películas-alegato contra la pena de muerte es que propician el debate y, si uno tiene fuerzas después de haber sido deprimido, hay mucho que hablar al respecto.

1 comentario:

Pussy Galore dijo...

La ví hace siglos, la pasó el Garci y me encantó... no me importaria volver a verla. Un saludo!