sábado, 17 de junio de 2006

GIANTS & TOYS

Kyojin To Gangu (1958)
Dir.: Yasuzo Masumura
Japón

elink (japonés)
subtítulos (inglés)



Japón a finales de los 50, invadido por el pensamiento colonial capitalista... ¡Giant! ¡World! ¡Apollo! Tres compañías que van a lanzar su nueva línea de caramelos, y que buscan el gancho que más venda y les otorgue más beneficios que a las otras. Los publicistas corren, se traicionan unos a otros, se corrompen, enferman con úlceras y destruyen vidas, también lo poco que hay de las suyas propias. Una chica de carisma incontable y dentadura destrozada se convierte en la imagen rompedora de World, la visten de astronauta porque el espacio aún no ha sido explotado comercialmente en Asia, diseñada para ser amada aún antes de saber quién es o para qué está ahí... para que todo el mundo compre caramelos. Pensando en ella. El dinero convierte lo bueno que tenía, sin cambiarlo, en malo, y nadie pierde la sonrisa, mucho menos el espectador, a quien se le queda congelada en la cara al ir dándose cuenta de las afiladas uñas de la, en apariencia, simpática aunque extraña película. No es más que una comedia loca al estilo de las que desmadran Hollywood en la misma época, es fácil pensar. De las que nos contagian la alegría de la explosión económica y la vida moderna. Pero no. El amor no es más que una treta por el beneficio, y las personas se convierten en compradores de caramelos potenciales, nada más. Y tampoco hay nada más fuera de las vidas de los que quieren obligarnos a comprar. Todos seguimos histéricos, el director Masumura mueve la cámara queriendo enseñarnos todo el tinglado a la vez. Hasta que llega la canción, una interpretación de la chica que decide lanzarse al mercado de la música, una canción sobre los negritos caníbales. Los traidores son traicionados o algo parecido, todos se hunden o es lo que queremos creer como humanos con sentimientos. Y todo se acaba, sólo para volver a empezar. Seguimos en Japón, 1958. Y no puedo hablar de "Giants & Toys" de otra manera, porque lo que digo es lo que hay.

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