"Tango" es un corto de Zbigniew Rybczynski (he copiapegado el nombre), responsable entre otras cosas de uno de los trabajos de cámara más originales vistos en el cine en la legendaria, con razón, peli austriaca "Angst". Es un plano fijo de una habitación, y a un niño de bordes extraños se le cuela una pelota dentro. Nada más salir por la ventana después de recogerla, se vuelve a colar, y entonces empieza el pitote. Poco a poco, con un tango de fondo, la estancia se va llenando de gente recortada y manipulada que entra, hace lo suyo (comer, vestirse, hacer el pino sobre una silla...), y sale, sólo para volver a entrar y repetir. Y nunca tropiezan, nunca se advierten. Son como fantasmas que ocupan una misma dimensión, pero viviendo cada uno en la suya. Así hasta llenar por completo el espacio, un bolero de Ravel hecho imagen.
“A Légy” son 3 minutos en el mundo de una mosca, visto desde su perspectiva. Una sencilla y espectacular animación, hecha a lápiz, nos lleva de un sitio a otro de sus vuelos, sus ansiedades, y poco más. Poco más tiene una mosca. Bueno, el zumbido persistente nos informa de su estado de ánimo. El corto es mucho.
“Phantom”, una de las obras experimentales de Toshio Matsumoto. Sale una japonesa con colores aparentemente petados con el Photoshop de 1975. Luego un rato la orilla del mar pasada por filtros cromáticos, con la imagen acelerada ochocientas veces, y empieza el trance. Ahora sale un tipo en gallumbos en medio del campo sobre una alfombra; le enfocan dos cámaras, se alternan los planos estáticos de una y de otra a un ritmo constante, mientras el buen hombre hace ejercicios y se coloca en posturas curiosas, con la cara muy seria. Anda, qué susto, la japonesa otra vez. Ya la quitan. ¿Un ojo en el cielo? Eso es, un ojo real muy abierto observa desde el cielo una serie de postalitas urbanas rodadas con belleza suprema. Lo que se dice poesía sin versos. Llega lo que no puede faltar en una cinta experimental de los 70: los desnudos de tus amigos a los que has engañado con la excusa del arte. Un hombre y una mujer en cueros dan vueltas alrededor de una estatua antigua, que se pone a parpadear en diferentes y chillones colores cada vez que no están en contacto con ella por delante. Magia. Para despedirse aparece la ya familiar japonesa, con el plano terminando en la raya vaginal de su peinado, en la que no puedo parar de pensar. Drogas para qué.
[“Tango” se puede ver aquí; para los demás os buscáis la vida, que ya sois mayorcitos...]
1 comentario:
Interesantes sugerencias. A la mula con ellas.
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