Zinda Laash (1967) aka The Living Corpse
Dir.: Khwaja Sarfraz
Pakistan
Cuando uno ve cine occidental, puede poner aproximadamente a cada película en su lugar a poca historia cinematográfica que conozca. Puede hacerse una idea de si es una obra única, con rasgos innovadores, o perteneciente a un género, derivativa y en la práctica idéntica a decenas de películas más. Pero en cuanto salimos de los USA y Europa, pisamos arenas movedizas. Cualquier aficionado que se precie sabe de la importancia histórica de Kurosawa o Eisenstein, pero relativa sobre todo al cine clásico occidental. Es fácil relacionar a Akira Kurosawa con, por ejemplo, Howard Hawks. Pero su hábitat de creación era muy diferente. Los significados potenciales de una peli de John Ford de principios de los 40 son muy diferentes a los de otra del mismo director de los 60, por similar que sea. En los últimos años, y gracias al orgullo de nuestro tiempo, la llamada piratería cultural, hemos podido ampliar el conocimiento de filmografías extrañas como la de Japón, de las que apenas nos llegaban muestras muy parciales y descontextualizadas. Esto permite volver a valorar, con muchos más datos, no sólo lo que ya conocíamos de esos países, sino situar en un mapa cinematográfico mucho más abierto y heterogéneo al cine occidental (y sus valores) como uno más, no como El Cine.
Incluso hoy, sigue habiendo filmografías totalmente desconocidas de países lejanos. Un ejemplo es la pakistaní. Sin presencia conocida o reconocible en internet, ni siquiera en la IMDb aparecen la mayoría de películas comentadas en un libro como Mondo Macabro. Hay que volver entonces a libros y fanzines, y son pocos, como principal, y casi única, fuente de información, recuperando así parte del misterio y la magia que tenían hasta hace años cinematografías antes casi inexistentes para nosotros, como la coreana o la mexicana. Evidentemente, no es lo mismo que cuando se conseguían aquellas películas por oscuros catálogos y en copias VHS de decimonovena generacion, porque ahora están disponibles para cualquiera: sólo hay que buscarlas. Pero hay que buscarlas, a veces todavía fuera de la pantalla del ordenador, y eso exige un esfuerzo en parte comparable al que había que hacer entonces. Es cine que no se ofrece en las portadas de las webs y que apenas se comenta en los foros, al menos españoles. Hay que ir a por él. Y aún así, no se encuentra. Y por eso todo este mundo de cine "periférico" es lo más cercano que podemos tener hoy a aquellas experiencias, mientras no se pueda uno costear un viaje a estos países y hacer acopio de VideoCDs en mercadillos.
De Dracula in Pakistan poco voy a decir, en realidad. Es una entretenidísima muestra de un cine que, a pesar de intentar copiar al nuestro (el de la Hammer, entre otros), es incapaz y es, sencillamente, otra cosa. Mondo Macabro, a través de un cronista local que escribe el artículo sobre Pakistán, descubre que no es una película del montón y representativa ni siquiera allí, y tal vez por eso, o por su semioccidentalidad, ha llegado a nosotros. En su momento, 1967, fue una revolución en un país en el que no existía, ni existió durante décadas, el cine de terror. Clasificada X en su día, llegando a eliminar los inocentes pero sensuales bailes, tuvo una afluencia masiva de público. Y lo más curioso es que
Incluso los pocos críticos de cine que cubrían las producciones nacionales en los periódicos alabaron la películaVemos aquí con toda claridad la diferencia respecto al academicismo crítico mayoritario del cine occidental, porque ningún crítico occidental en su sano juicio le atribuiría valores cinematográficos "de verdad" a una película así. Vale: probablemente hablaron bien de ella por el dinero que costó y porque la afluencia y la opinión del público allí sea más garantía de la calidad, si se puede hablar de que consideren tal concepto, que los valores artísticos. Pero no porque fueran reseñistas, simples voceros de la industria cultural como muchos de los que en Occidente se hacen pasar por críticos. Dracula in Pakistan (por seguir con este título) probablemente fuera lo que allí se entiende como cine adulto y serio. Pero más probablemente aún estos son conceptos que no tienen en cuenta para nada, y nos demuestran que nuestros juicios estéticos y hasta nuestros cánones, por muy necesarios y justificables que sean, que lo son, son en el fondo construcciones culturales bastante más arbitrarias de lo que podemos creer. La complejidad, la innovación... son valores que soy el primero en suscribir, pero también soy el primero en poner en duda su valor absoluto. Sobre todo al comprobar el placer que me inunda al ver cosas como este baile:
Supongo que la lascivia sí es un valor universal.
2 comentarios:
HOT WEIRD DANCE? jajajajaja. Totally.
Aun entendiendo todo el tochal, venga va!
"Dracula in pakistan" como suplente de emergencia de "Bullit"?
Para defenderla no deberia de existir un conocimiento pleno y total de la cultura y la historia del pais?
Exijo una comision de investigacion que justifique esta entrada, aunque todo su reparto estaria ultra-orgulloso de que les dediques tantas palabras.
incluida Baby, la niña narcoleptica.
joder qué curioso! conoces Blackula? me parece que también existe. 1 saludo!
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