Die 1000 Augen des Dr. Mabuse (1960)
Dir.: Fritz Lang
Alemania Occidental / Francia / Italia
Fritz Lang siempre fue un director muy moderno. Algunas de sus películas con más acción, como Furia o Ministry of fear, pueden incluso ser disfrutadas hoy con la misma intensidad que en su día por espectadores que no estén habituados a los ritmos del cine clásico. Los crímenes del Dr. Mabuse (el título original, Los mil ojos del Dr. Mabuse, es mucho más apropiado, como se verá) fue la última película que rodó. Todavía vivió unos cuantos años, pero todos los proyectos que intentó dirigir quedaron frustrados. Y es una pena, porque su vuelta a Alemania descubría a un Lang rejuvenecido y tan comprometido con su momento como siempre. En este caso entronca con cierta sensibilidad propia de la contemporánea nouvelle vague: viendo esta película no se puede dudar de por qué Godard era uno de sus mayores admiradores. Sus films más puramente de género, como Alphaville o, sobre todo, Made in USA, no están en el fondo demasiado alejados de éste. El último Lang es un folletín desapasionado, tomando el director distancia del relato de forma incluso más marcada que en El tigre de Eschnapur / La tumba india, con las que comparte muchas de las características que allí comenté. La autoconsciencia, propia de los nuevos tiempos, impide tratar el material inocentemente. El escenario es un hotel rebosante de cámaras y micrófonos, pero no ha sido creado por el villano de turno: fue hecho así por los nazis, los villanos reales, y éste lo aprovechó. En el segundo Mabuse se ponía en boca de los criminales consignas del partido nazi en los primeros años de su ascensión; ahora, como el verdadero Mabuse, ya han desaparecido, pero su legado continúa. El paralelismo no se puede obviar. El mensaje de Lang no puede ser más claro: mi malvado es de cómic pero sus medios son reales, y un mundo que permitió aquel desastre puede volver a permitirlo. Mabuse murió pero su leyenda resurge, como el legado de los nazis, o cualquier otro mal, podría reaparecer o aparecer. El autoproclamado heredero de Mabuse aprende las técnicas de malhechor que aquel dejó escritas en su famoso testamento, y las utiliza para intentar conseguir un objetivo último: lanzar bombas atómicas por todo el planeta, y sólo porque es posible hacerlo. Este caótico lunático es el único que parece entender el nuevo mundo de guerra fría y terror nuclear, y es en sus labios donde podemos escuchar la advertencia del peligro de lo fácil que es "pulsar el botón". Los buenos están demasiado ocupados en sus obsoletos líos de faldas y escuchando a médiums propios de otra época. Sólo el Mal, el único que está dispuesto a luchar con pasión y hasta la muerte por el poder, parece estar al día, y eso lo hace realmente peligroso.
Además de la distancia, hay otros rasgos de modernidad. El primero tiene también que ver, como el pánico nuclear, con la advertencia tecnológica, con el discurso que nos intenta decir que el mundo ya no es ni puede ser el que era, aunque no vivamos en una horrible guerra. Es el discurso de la era de la imagen. El actor que interpreta al nuevo Mabuse, quien controla todas las pantallas de vídeo en directo, es a la vez otro personaje, Cornelius, un vidente ciego, de lo que se podría concluir de alguna manera que ¡sólo ve a través de las cámaras! ¿Se podía sugerir algo más moderno en ese momento? El hotel Luxor en el que sucede gran parte de la acción está completamente monitorizado, las cámaras controlan cada movimiento y los micrófonos registran cada conversación. Ya no es un recurso epatante de novela por entregas, tampoco es ciencia-ficción y, lo que es peor, ni siquiera es presente: es algo propio del pasado, que instalaron los nazis hace veinte años. Ya entonces Lang intuía lo que iba a ser la vida moderna, una que tenía lugar constantemente delante de una cámara (y/o de una pantalla). Es probable que sólo nos esté viendo un vigilante de seguridad aburrido, pero... ¿quién sabe quién podría estar realmente observando y escuchando, y lo que puede hacer con esto? No hace falta que sea un criminal como Mabuse, sino que puede ser un gobierno elegido por el pueblo (¡como el de los nazis!) con a saber qué intenciones, o qué ignorancia de las consecuencias potenciales de esas intenciones. En todo caso, el guión no explota todavía del todo estas ideas, pero el hecho de apuntarlas y convertirlas en parte central de la trama es ya un gran mérito. La dirección sí intenta recordar la observación permanente: son frecuentes las secuencias que comienzan con un plano cercano de un personaje que se va abriendo... exactamente como nos es mostrada por primera vez una pantalla en vivo, que se nos descubre además sin saber el espectador que estaba viendo una imagen de otra cámara. En ese momento, nos damos cuenta de que ¡la mayoría de las secuencias que vemos podrían ser imágenes de esas cámaras! Los planos a menudo generales con los que está rodada casi toda la película son los propios de una cámara instalada en algún punto de la habitación y que se limita a registrar la acción, sin involucrarse; la escasa presencia de la música o de otros recursos de enfatización dramática aumenta esta sensación. El otro rasgo de modernidad es, ya, de posmodernidad: la autorreferencia muy consciente. Lang reproduce momentos que recuerdan poderosamente a otros muy similares de otras películas suyas, como La mujer del cuadro (el asalto del marido), los otros dos Mabuse o, sobre todo, Spione, de la que "roba" la atmósfera. Todas estas referencias no son gratuitas, y están encaminadas a mostrar que hay situaciones que se repiten en varias épocas y, al mismo tiempo, que pese a ser similares tienen importantes diferencias. Brian De Palma podría haber hecho sin problemas (y, más interesante aún, todavía podría) un remake de Los crímenes del Dr. Mabuse en su etapa más hitchcockiana, ya que los elementos de guión son prácticamente los mismos. Algunas de sus películas, como Vestida para matar o Hermanas, podrían verse desde esta perspectiva, revelando también las diferencias del signo de los tiempos. Algo que hizo Lang durante toda su carrera y que se muestra paradójicamente más presente que nunca en esta película que parte del eco del pasado, y que por desgracia es sólo una promesa del cine que podría haber seguido haciendo.
jueves, 7 de enero de 2010
LOS CRÍMENES DEL DR. MABUSE
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2 comentarios:
Como curiosidad, cabe decir que la historia de esta película, está basada en un libro escrito originalmente en esperanto, titulado "Mr. Tot aĉetas mil okulojn" (Mr. Tot compra mil ojos).
http://eo.wikipedia.org/wiki/Mr_Tot_aĉetas_mil_okulojn
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