Hush... Hush, Sweet Charlotte (1964)
Dir.: Robert Aldrich
USA
Charlotte es una niña rica de una típica hacienda sureña, que planea fugarse con el marido de una amiga. Su padre se entera y obliga al hombre a dejarla. Entonces, Charlotte se vuelve tolai y descuartiza al chaval. Y sale uno de los mejores prólogos de la historia del cine. Porque el blanco y negro es luminoso y agobiante, el decadente ambiente sureño hace que comprendas la locura de Charlotte, y porque mete una de las primeras escenas verdaderamentegore del cine mainstream. Y es que Charlotte le mutila la mano al noviete con un cuchillazo de carnicero, en primer y explícito plano, y luego vemos el muñón. Se ensaña y lo deja hecho cachitos, lo que vemos en sombras. Y entonces ella vuelve al baile con su elegante vestido blanco lleno de sangre.
Los créditos nos los meten a piñón después, con la macabra canción (la del título original), y Bette Davis a un lado de la pantalla con la mirada perdida poniendo caras de loca. Todo aquí es excesivo, rebuscado. Efectista, en el buen sentido; un efectismo con estilo y que funciona de verdad. Con actrices tan perturbadas como sus personajes, haciendo que casi dé más miedo pensar el haber estado en el rodaje, que la peli en sí. Olivia de Havilland como una odiosa villana, Bette Davis como la perturbada dama sureña sospechosa de un sangriento crimen nunca resuelto. Los personajes, o están todos idos, o son unos mezquinos con los intereses más sucios posibles. Para que os hagais una idea, los únicos buenos de la peli son el de una siniestra sirvienta histérica y chalada, pero leal a su señora (Agnes Moorehead); y un periodista jubilado y adorable, obsesionado por un crimen al estilo Lizzie Borden. En una sombría trama, lo llena todo de morbo hitchockiano, deja el (apasionante) argumento en segundo plano, y se centra en enseñarnos cuán bajo se puede caer. Con la sana intención de hacérnoslas pasar putas, no otra.
Robert Aldrich es un director a reivindicar YA. Yo creo, personalmente, que algunas de sus películas están entre las principales influencias de David Lynch (entre otros autores modernos), mi director favorito. El cabrón se aprovechaba de que empezaba a nacer la posibilidad de hacer un cine más cruel, más auténticamente repulsivo. Y lo hizo, con inteligencia y dirigido al estómago, un poco tramposo pero consciente del potencial artístico de la bajeza moral.
lunes, 19 de diciembre de 2005
CANCIÓN DE CUNA PARA UN CADÁVER
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2 comentarios:
bienvenido de vuelta :D
EKI | 19-12-2005 18:22:45
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