jueves, 7 de diciembre de 2006

De los cánones culturales (y de cómo me sudan la polla)

No pasa un solo día sin que me cuestione la validez de los cánones estéticos, la autenticidad de la separación entre alta y baja cultura. ¿Por qué es mejor una que otra? Todavía no he encontrado un argumento convincente que me diga que la cultura auténtica es la compleja y genial, la académica. Concreto: sí que he encontrado esos argumentos, de forma poderosa, pero ninguno quita la sensación de que son arbitrarios, de que se hubiera podido elaborar una teoría estética igualmente firme defendiendo la cultura sencilla y eficaz.

La alta cultura sería la que se enseña en las universidades, la que el academicismo considera de genio indiscutible. La de los que parieron obras complejas, trabajadas y casi sobrehumanas. Capaces de mover la mente, llevar la razón a la estratosfera y, si hay suerte, también la emoción. ¿El problema? Evidente: que no son muchos los que la comprenden en profundidad y, quizá por haberle dedicado años de estudio, se ven incapaces de criticarla o, más bien, ponerla en perspectiva, de valorar y reinterpretar también otro tipo de cultura que no es la de verdad, la suya. "Para qué perder el tiempo con minucias". Pero, ¿por qué quitarle todo valor serio y respetable a otro tipo de obras que también son capaces no sólo de llevar a la emoción más profunda, sino incluso a la reflexión? ¿O de crear poesía? ¿Por qué es mejor un mismo pensamiento provocado por Shakespeare que provocado por "Star Trek", independientemente de su valía estética? Se puede hablar de la perdurabilidad: el clásico se mantiene durante siglos, mientras que la baja cultura durará con suerte unas décadas. Pero, ¿qué tiene que ver su duración en el tiempo con su efecto en el ser humano? Personalmente estoy muy a favor de las culturas del momento; no me refiero a las modas, sino a la inmensa capacidad de transmitir algo de una obra más o menos contemporánea al que la consume. Sin negar que la tragedia de "Romeo y Julieta" pueda hacernos llorar como posesos y elevarnos contemplando su maestría, ¿por qué cojones no se valora en "Mortal Zombie" ("Return of the living dead 3") la misma capacidad de hacer sentir una tragedia romántica más grande que la vida, en su contexto?

En la Estética se habla mucho del arte absoluto, de que el Arte mayusculizado puede no estar encaminado a provocar reacciones, emociones o reflexiones, sino que su valor está en sí mismo. El ejemplo más claro es el arte abstracto. Pero gran parte de la alta cultura también apela al corazón. Así, se toma en serio por un lado la intelectualidad pura; por otro, la mezcla de la razón y el corazón, siempre que esté enmarcada en una complejidad y un trabajo posible de crear por muy pocos. Pero NO se valoran las obras puramente físicas, las que van con sencillez y humildad disparando a nuestras capas superficiales, ni siquiera cuando las traspasan y van más allá, consiguiendo los mismos efectos que las obras de verdad. Generalmente, una razón por la que no se toman en serio es porque su capacidad de provocar esos efectos se va perdiendo con el paso del tiempo, y es sustituida por otro mecanismo nuevo que los provoca. Pero, ¿acaso no hizo su papel en su momento? No todas las obras similares lo consiguieron, así que hay que aceptar que no es tan fácil hacer su papel y que hay algunas especiales, que tienen méritos propios, aunque sean méritos basados sólo en su eficacia, y aunque se queden obsoletos y vayan siendo sustituidos por otros. Por estas limitaciones yo me cago en la perdurabilidad y el clasicismo. Necesario, sí; pero que ejerce una tiranía canónica que impide la consideración seria de otras opciones, por culpa de una élite relativamente escasa que tiene el poder y el prestigio para hacerlo cambiar, y que se niega a hacerlo porque sería rebajar el listón. O desatar el caos y el desorden cultural. ¿Por qué es mejor la perfección que la imperfección? De hecho, ¿no inspira la segunda a participar y a sentirse más vivo? En resumen, diré que estoy de acuerdo en que haya un arte puro como el de la pintura abstracta, me siento cómodo con los dos polos del tema; pero estoy radicalmente en contra de que no se consideren dignas de respeto y reconocimiento obras supuestamente menores, pero igualmente capaces que la alta cultura de provocar reacciones, emociones y reflexiones. Las mismas y de la misma intensidad. ¿No son también grandes productos de la humanidad de su época la demencia canalla y salvaje, desatada, de "La matanza de Texas 2", o la de "Las once mil vergas" de Apollinaire? ¿No hay un gran hálito épico en "Los renegados del diablo" al igual que en la "Ilíada"? No niego la importancia de los cánones como guía de entrada pero, una vez asimilados, el verdadero valor está en los cánones de cada uno, siendo además reconfortante comprobar que a veces se comparten con alguien.

[Por supuesto, esto no es más que un apasionado puñado de ideas casi aleatorias sobre un tema que me obsesiona, un puñado muy incompleto, algo disperso y puede que contradictorio, que habrá cumplido su función si una frase ha hecho pensar en algo que no había pensado antes a una persona, facilitando el camino hasta sus propias conclusiones. Porque, en el fondo, siendo consciente de la importancia de todos los tipos de arte para las sociedades; en el fondo, esto no es más que una apología de la subjetividad y una rabieta contra el academicismo.]

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Supongo que hay una confusión entre el mérito que se le debe suponer a una obra por su dificultad, por su complejidad en su gestación y desarrollo, etc; y lo que son conceptos como cultura o arte.

Yo donde más claro lo veo es en la música. Ponerse a analizar la obra de Bach para darse cuenta de lo cojonudamente que están enlazadas las distintas voces y de muchas cosas más, para mí no tiene ningún sentido por sí sólo. Es como ponerme a diseccionar a una mujer que me ha excitado, a ver si entiendo o explico qué rasgo o qué capa de piel ha conseguido ponerme cachondo. Para mí la obra de Bach (o la de cualquier otro músico ) tiene importancia si me provoca una sensación, o incluso una emoción, o hasta un estado de ánimo. Así me podría poner a analizarlo, por la curiosidad que me supondría, pero no por descubrir que era un tipo con capacidad para escribir música para 40 instrumentos a la vez, por decir algo.

No queda para mí más clara la idea de que el subjetivismo en este tipo de cosas es lo que importa, porque de nada sirve reconocer lo "listo" o capaz que es un creador, si su obra no me dice nada.

De hecho me gustaría poder escuchar qué hacían los músicos tradicionales, o de la calle, o como se les quiera llamar, de la misma época que Bach.


Y luego, todo esto de "Alta cultura", a parte me parece una prepotencia sobre un tema sobre el que nadie debería sentirse competidor con otros. Es como si tuvieran que hacerte sentir mal cuando no te corres al ver un retrato de Velázquez, y sí al oir una canción de dos acordes.

Bueno, acabo de regresar de visitar otras páginas y me he desconcentrado, así que ya paro. Ale, a seguir meditando.

Un saludo

Borja dijo...

Karrajo: Muchísimas gracias por tu participación! ;)

Es verdad que es en la música donde se ve más claramente esa separación, creo que vino de ahí en principio mi interés por el tema.

Sobre la competición, es lo que quería decir, que a veces parece que para valorar algo hay que menospreciar otras cosas. Hay que estar alerta, porque a veces también pasa que desde el "lado pobre" se hace esta competición y se critica demasiado lo complejo. Que, aunque puede que a menudo no consiga trasnmitir sentimientos sencillos con la misma intensidad, también es un gustazo el arte puro en sí mismo; de hecho, lo que transmite puede ser más indescriptible y por eso mismo más fascinante (el ejemplo del arte abstracto). Y también puede ser divertido, siempre que la obra no sea un petardo, disfrutar con las pajas que un autor hace aquí y hace allá, con los virtuosismos y los jugueteos.

Para mí, como he dicho muchas veces, lo mejor es estar un poco en tierra de todos, así uno se garantiza una variedad enorme de posibilidades y, además, una humildad que viene del no estar del lado de nadie.

Anónimo dijo...

Muy de acuerdo. Por mi parte, creo que empecé a disfrutar de verdad la música y la lectura y otras cosas cuando conseguí eso que comentas, estar en tierra de todos. Y así aprender y conocer mucho más, y de manera más libre.

Por cierto, ya que estoy, voy a publicitar una exposición que estamos haciendo, por si te apetece pasarte. Está en la Galería Diorama, C/ García Morato 31 (cerca del Jendrix). Está hasta el 19 de este mes; y es de fotografía, arte digital, pintura, y videocreación.


Y muchas gracias a ti por proponer estos temas en tu blog, que por cierto, es cojonudo.