martes, 4 de diciembre de 2007

En la mente del asesino: ANGST / SOMBRE

La figura del asesino ha sido tratada en el cine de forma mucho más conservadora de lo que parece. Las pocas veces que se ha intentado salir de forma interesante de la arquetípica, y aburrida, descripción habitual, de haber descripción alguna más allá de lo que significa un asesino para la trama, ha sido para lanzarse a la frialdad y objetividad de la situación del psicópata: su día a día, sin juzgarlo, como en "Henry" (claro). Pero ¿qué hay de su cabecita loca? ¿Cómo ve el mundo el muchacho del machete? Mostrar la subjetividad de un personaje siempre es algo complicado en el arte, y se tiende a caer hacia el lado de la gratuidad formal para lucimiento del creador, con virtuosismos no siempre necesarios, como algunos escritores del primer cuarto del siglo XX. Es decir, que puede describir más al que lo cuenta que a quien está siendo contado. Pero la subjetividad, a diferencia de la cautela que implica la objetividad, es algo que hay que intentar como un salto al vacío: hay más posibilidades de acertar pasándose de largo que quedándose corto, por la misma naturaleza caótica del ser humano. Os traigo dos muestras acojonantes de subjetividad radical, viajes por mentes: "Angst" y "Sombre".


ANGST
Dir.: Gerald Kargl
Austria, 1983



Un homicida sale de la cárcel, y no concibe otra cosa más que seguir buscando víctimas. No contemplamos su mente directamente, sino el mundo a través de ella. ¿Y cómo se hace esto? Pues sobre todo gracias al trabajo de cámara de Zbigniew Rybczynski (ojo a su carrera), innovador y extremo. Le da igual que el plano esté temblando o que el encuadre no sea bueno, porque el exterior del asesino él lo percibe así: inestable, amenazador. La cámara vuela temblorosa por ángulos imposibles, evidenciando su presencia de forma necesaria, como un peligro real, físico, que el psicópata puede percibir, y que el espectador sabe que existe porque sin él no podría estar viendo lo que ve. Parece que algunos efectos fueron conseguidos colgando la cámara con una cuerda desde una viga. Primeros planos inmisericordes que cogen toda su fuerza por la interpretación de Erwin Leder, un tipo desquiciado, de expresión desencajada, sudoroso, imprevisible, cuya sed de sangre es sólo comparable con su cobardía. Nos habla mediante una voz en off tranquila, fuera de la escena. Vemos escenas que no suceden en realidad, o no suceden así, pero él no lo sabe, ¡si parece verdadero, tiene que serlo! No se puede detener a planteárselo, sólo tiene la urgencia de matar. Y tampoco se le da demasiado bien: se ve obligado a escapar con el rabo entre las piernas después de cagarla intentando liquidar a una taxista torpemente. Pero es que está ansioso, lleva mucho tiempo entre rejas esperando. Todo esto lo entendemos por su cara, por la histeria formal general; prácticamente no hay diálogo más allá del monólogo en off, que no sabemos si lo que cuenta son hechos o delirios. En su huida llega a una casa algo apartada, en la que inevitablemente están las mejores víctimas posibles: una vieja, su hijo impedido, más tarde la hija; un perrete chico que cambia con su presencia, invisible para el asesino, muchas escenas. Lo planea todo rápido y todo le sale mal, pero le sale. Asesinatos largos y dolorosos, tan subjetivos que ni siquiera podemos saber cuándo mueren las víctimas. Media película (sí, es una película) se pasa el hombre entre fiambres pesos muertos, hipercaracterizados, y se diría que ni siquiera siente satisfacción al haber matado, pues su locura cada vez es peor. Una escena en particular, en la que liquida (¿o ya lo había hecho antes?) a la chica en el túnel es tan exagerada y sangrienta que parece casi de dibujos animados, y a la vez sórdida y realista. Si ni siquiera el espectador puede distinguir la realidad de la alucinación, ¿cómo va a hacerlo el personaje? He leído más de una vez la barbaridad de que "Angst" (aquí conocida como "La angustia del miedo") es una pelicula de tono documental; ¡pero si es exactamente lo opuesto! Puede que haya realismo, pero tan deformado por la percepción del asesino que considerar objetivo algo de lo que está pasando es casi imposible. La espiral de miedo, porque eso es, una caída en barrena hacia el terror disimulado por el falso poder de matar, llega a su apogeo en la parte final, donde la presión que siente el psicópata al volver a la civilización después de la noche en vela es difícilmente soportable. En eso radica la grandeza de "Angst": el espectador se convierte en el personaje como si se pusiera unas gafas de realidad virtual que abarcaran no sólo la vista, sino todo su pensamiento, y motiva la respuesta física que sentiría.
[Existe otra versión, en blanco y negro, creo que más larga, que no he visto. ¿Algún dato?]


SOMBRE
Dir.: Philippe Grandrieux
Francia, 1998



"Sombre" es, si cabe, una experiencia incluso más difícil que "Angst". En aquella, aun en sus peores momentos, el viaje es imparable porque vamos arrastrados dentro del asesino; pero en ésta la visión es la del director, más subjetiva si cabe porque pertenece a una persona real, no al arquetipo que es el psicópata. El título no podría estar mejor elegido: si en "Angst" la herramienta principal era la cámara, aquí es la fotografía, que tiene un tono sombrío, como de día otoñal muy nublado y oscuro, que cala bajo la piel. Los primeros cinco minutos muestran imágenes en apariencia aleatorias, pero que puede que nos estén diciendo algo del asesino: por ejemplo, niños chillando en un cine, el tour de Francia. En ningún momento la película sale de sí misma, siempre es antipática al espectador; muy a menudo los personajes son vistos sólo de espaldas, la oscuridad no deja ver nada con claridad, la cámara de 35mm la maneja directamente un psicópata, y hasta se llega a desenfocar la imagen. Sonidos cortantes, música de un adecuadamente elegido Alan Vega (Suicide), un ambiente incómodo y hostil en general. Es casi como si no hubiera pasado por la sala de montaje. Todo esto, de forma más sutil que "Angst", también es el punto de vista del asesino, pero ese toque de artificialidad tan presente en el cine francés hace difícil olvidar que, en realidad, es la visión de su director. Su asesino se pasea follándose a mujeres, de forma bastante explícita, preferiblemente fulanas, de actitud o profesión. El sexo no es menos opresivo que la muerte en "Sombre", los asesinatos son simplemente un paso más en las relaciones. Muertes feas, violentas y sórdidas. La sociedad y la psicología no tienen nada que ver con esto, esto es otra dimensión; no sé cuál, alguna paralela a la puramente instintiva seguramente. A diferencia de "Angst", aquí hay otro personaje, una chica que conoce, que podría representar el bien y la pureza, pero es tan infeliz que sólo añade tristeza y amargura. La relación entre los dos ocupa gran parte de la película, cediendo terreno al diálogo frente al ataque a los sentidos. Pero es una relación tan extrema y extraña, tan fuera del mundo, que la incomodidad no es menor, y la sensación de irrealidad es tal que, si uno tuviera tiempo mientras durara la peli, tendría que plantearse que quizá es una alegoría; de qué, no lo sé, así de hermético es todo, a pesar de ser una experiencia física de primer orden. Vivir como un psicópata tiene que ser algo parecido a ver "Sombre" una y otra vez.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

El tratado frío de psichokillers en el cine es, probablemente, lo que más me obsesiona. Aún no he visto Sombre, pero Angst sí unas cuantas veces. Me gusta bastante pero la tiro a la basura mientras tenga a Deranged, Henry o 10 Rillington Place, y me apasiona Shramm, óyeme. Y de hijodeputa zumbado mata zorras es de lo que trata (otra vez, pero con menos suspense y más de lo que tú hablas en este post) lo que ahora mismo estoy haciendo, que lleva por título el nombre del psycho.

... dijo...

No sé qué coño ha pasado. El de antes era yo.

Anónimo dijo...

Hace mucho que vi "Angst" (cuando la pasaron en TVE 2 como película recomendada por, creo recordar, Alex de la Iglesia). La recuerdo de manera borrosa y a grandes rasgos, aunque sí me ha quedado la impresión de que en su momento me perturbó a más no poder. Según recuerdo, era una película sucia, fea, sórdida, desagradable, áspera. Su atmósfera era de absoluto mal rollo, vaya, y el psicópata daba miedo por lo ido que me pareció.

La otra no la he visto.