lunes, 4 de febrero de 2008

Goyas: Comentario sin interés sobre un tema sin interés

Los premios, sobre todo los culturales, para cualquier persona sana mental y físicamente, son una santa chorrada. Evidencia: obedecen a intereses económicos o, con suerte, a opiniones mayoritarias adocenadas. Estas opiniones, además, no tienen por qué ser sinceras, sino que las supongo bastante condicionadas por su entorno. O sea: voy a votar a "El paciente inglés" porque es una peli que es muy de ganar un Oscar, digo yo que será lo que tengo que votar; piensa el miembro académico. Y llegamos a la palabra clave: académico. Casi nunca gana, apenas se nomina, nada que no se haya visto ya antes. Los productos son sucedáneos, a veces precreados con un ojo puesto precisamente en estas candidaturas, para explotarlas después comercialmente. En el caso de los Goya españoles, hasta los propios premios son un sucedáneo que parecer querer imitar a los Oscar, con un supuesto glamour, galas y demás, de espíritu tirando a provinciano, poco conscientemente. Lo de "Mar adentro" de hace un par de años puso sobre el tapete, para quien no la hubiera descubierto aún, la ridiculez del asunto. Pero hete aquí que este año ha habido algo digno de mención, aunque sea poca. Las dos favoritas, "El orfanato" y "Las trece rosas", que prejuzgo exponentes del cine más comercial, hecho a imagen y semejanza de productos americanos académicos sin ideas, pero valoradas por ser "de aquí", "buen cine" y no "esa mierda yanqui", siendo en esencia esa misma mierda pero encima queriendo mirarla por encima del hombro; esas dos favoritas, decía, se han visto vencidas en los dos premios más importantes, peli y director, por "La soledad". Que es, sin que sirva de precedente, la peli más interesante (no necesariamente la mejor, esa sería "[REC]") de las aquí hechas el año pasado. Y esto, además, llega en un momento en el que los bajos fondos, perdón, foros, reivindican una especie de "nueva ola" del cine español, influenciada por el cine asiático festivalero, Bresson, etc., con mejores o peores resultados pero con al menos un afán de intentar algo diferente. ¿Habrá sido el premiar a "La soledad" una extensión de estas sensaciones, de que realmente algo se mueve y hay que motivarlo? ¿O habrá sido una reacción de los miembros de la Academia contra ellos mismos, avergonzados al fin? ¿O sólo han votado lo que creían que les haría parecer más molones, vistas las reacciones progresivamente peores y más críticas, después de arranques positivos, que han despertado las dos favoritas, como si se hubiera descubierto ahora por más gente que, efectivamente, no eran las maravillas de cine europeo que todos vendían sino nada más que pelis comerciales? ¿O simplemente es que no querían que ganara una de terror, ¡qué vergüenza!, u otra de la guerra civil, ésta por los motivos que fuera? ¡Los fotogrameros se habrán quedado con un palmo de narices! Sea por lo que sea, la prensa, claro, no se ha enterado de nada, intentan hablar de ello desde los convencionalismos más cómodos que ya conocen, y dicen de "La soledad" que es una peli "sencilla, que habla de emociones, de la historia de cinco mujeres". En realidad, es un experimento formal relativamente radical, austero y frío, quizá no tan perfecto como se pretende, pero aplaudible. Y es que es el único premio reseñable de los últimos años, más por humillación de otra cosa que por reconocimiento merecido; otro sería el de "El viaje de Chihiro" en Berlín, un hito que dejó con el culo al aire a los críticos españoles mayoritarios, como merecían, que quedaron en evidencia por no haber ido a ver "una de dibujitos"; y también destacable el premio, tal vez más político que otra cosa, al mucho más maldito de lo que podría parecer Brian De Palma en Venecia por "Redacted". Pero los festivales son otro tema, porque allí elige un jurado pequeño, cada uno de su padre y de su madre, en el que suelen primar las opiniones personales más que el sentir mayoritario, sea de opinión propia o influencia de la del gremio, de los premios académicos.


Aprovecho y rescato las dos cositas que escribí de "La soledad":
Aunque emocionalmente fría, salvo el final, y algo reiterativa, su uso y descripción del tiempo y, sobre todo, del espacio, gracias a las pantallas partidas, son un regalo para los que gustamos de experimentos formales. Original, y hasta necesaria en este país.

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