IMDb (es difícil describir los créditos)
Rose Hobart era una actriz de segunda en los primeros pasos del cine sonoro. Destinada al olvido al que van las mediocres, Joseph Cornell, uno de los surrealistas americanos más importantes (¡las cajas!), se quedó fascinado por su presencia en una aventurilla exótica llamada "East of Borneo". Llena de los tiempos muertos todavía ecos del mudo, Cornell tuvo una brillante idea: compró una copia y se dedicó a remontarla, eliminando casi todo plano en el que no saliera Hobart. De paso, incrustó momentos de un documental de un eclipse. Así, dejándola en unos 19 minutos, creó el que probablemente sea el primer trabajo de reciclaje de material previamente filmado, inspirado todavía por el readymade, de la historia del cine; y de todos los medios audiovisuales que vinieron. No se limitó a cortar: también lo tintó de azul y redujo la velocidad. Y, el toque que más evidencia su origen surrealista, le puso una banda sonora de música brasileña. Sí, el montaje está roto, la música (chocan palabras sueltas, tan fuera de lugar: "o papagaio"..., "batucada"...) no pega ni a patadas, es difícil ver nada parecido a una coherencia o a un sentido. Después de verla dos veces, descolocado, a la tercera logré penetrar en "Rose Hobart", y descubrí su lógica de sueño. Entendí, de forma no explicable con palabras y no comprensible para quien vea con ojos gordos a tan insustancial muchacha, el magnetismo de Rose Hobart. Cornell logró transmitir lo que le provocaba la pantalla; aunque casi inaccesible, está todo aquí. También disfrutamos del exotismo de aquellas pelis en la jungla, sin la cháchara de aire que nos las aleja tanto hoy. Vemos, como si fuera la primera vez, la vegetación selvática. El corazón da un vuelco cuando Rose Hobart se quita su abrigo, parecería que ella está siempre mirando al hombre que da órdenes tras la cámara. Me hace sentir dentro de un sueño de los que se tienen de niño cuando juega con un mono. Y me abruma la dichosa belleza de las cosas simples, ralentizándola, con una onda en el agua y un pequeño cuenco que se hunde en una copa. Repito: no es fácil, pero todo está ahí. No hay muchos motivos para fiarse de mí, pero escuchad a alguien con más credenciales que yo: es la peli favorita de John Zorn. Y es célebre el exabrupto de Dalí viendo "Rose Hobart" en el MoMA en 1936: "Mi idea para una película es exactamente esa, iba a proponer a alguien que quisiera financiarla para hacerla de verdad. Nunca lo escribí ni se lo conté a nadie, pero es como si me lo hubiera robado [del subconsciente, de los sueños; lo que supuestamente dijo varía según la fuente]".
viernes, 8 de febrero de 2008
ROSE HOBART
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